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¿DÓNDE ESTÁ EL AMOR EN LAS BODAS? ¿ADÓNDE SE FUE?

By Jordi Folck
26/09/2021
eduardo galeano

¡Vamos de boda!

Al paso de los años uno acumula arrugas, viajes, fiestas de cumpleaños y, en ciclos que se repiten, bodas.
Todas se parecen tanto que, de repente, caigo en pensamientos confusos que necesito ordenar. No guardo ningún recuerdo de las que he vivido: se cambia el novio o la novia, el nombre de la iglesia y el restaurante y su menú y ya uno no sabe quién se casó con quién porque incluso los novios son intercambiables. Y pocos recuerdos tengo de mi primera boda, entre otras cosas porque ese día más feliz de tu vida pasa como un relámpago: de no ser por las fotos y los vídeos uno acabaría pensando que todo lo soñó.

Todo eso vino a  mi memoria el pasado 14 de agosto en la última boda que viví y que tan cerca me tocó: la de mi hijo Aleix con Adelaida. Y de hecho, de no ser esta boda distinta, posiblemente no habría reparado  en lo sosas que son las ceremonias de bodas. ¿Qué pasó en esa que la hace única, qué le concede, más allá de parentescos y afinidades, su carácter diferencial?

Veamos, ante todo los procedimientos:

En las bodas por la iglesia

1.Llega el novio al altar llevado por su madre que cede la patria potestad a la futura esposa… 

2. Llega la novia al altar llevada por su padre que cede, a su vez, al futuro esposo,  en una especie de fideicomiso. Acostumbra a sonar una marcha nupcial y otros temas habituales…con corales, cuartetos de cuerda y toques de campana que dependerán de la propina que se deje en la iglesia.

3.Saludos del sacerdote y cumplimiento del ritual de entrega de anillos. Celebración del matrimonio.

4. Salida del recinto religioso en ardor de multitudes.

5.Restaurante. Fiesta. Despedida y cierre. Cortamos a Viaje de novios.

En las bodas en el registro civil

1.Llegan los futuros esposos. Lectura de formula de matrimonio por el juez correspondiente. sin intercambio de anillos. Posiblemente con pocos invitados.

2.Repetición de la celebración en el restaurante con la contratación de un falso juez, un actor o un maestro de ceremonias que desea toda la paz a la pareja. 

3. Fiesta. Despedida y cierre. Cortamos a Viaje de  novios

Contándolo así… uno se pregunta como se dan tantísimas bodas con estipendios tan abultados, inversiones tan desaforadas en un solo día, bodorrios que acaban, la mayoría, en divorcio… pero ese es otro tema que hoy no compete.

Las bodas son bonitas, aceptémoslo, porque la felicidad de los novios acaba bañando a sus familias y a invitados. Esa felicidad que nos embarga acostumbra a quitarnos la razón y nunca para llevarnos a la reflexión de si esa fórmula tan arquetípica, estereotipada, ya banal, puede mejorarse. Porque, dense cuenta de algo: los novios que lucen sus mejores galas son solo las figuritas del pastel, figuras decorativas sin ninguna participación en el ritual civil o religioso. ¿Quién habla en la boda, en verdad? el sacerdote oficiante o el juez, el actor o maestro de ceremonias que repite su texto cambiando el nombre de los contribuyentes. Me dirán los lectores que hay hermanos, o padres que eligen ser lectores de la palabra de Dios o que los amigos en ocasiones, se deshacen en elogios de lo maravillosas que son esas personas…

Pero, más allá del SÍ QUIERO, ¿qué dicen los novios? Nada. Son puros intrumentos rituales, víctimas felices de una rígida y desgastada fórmula. No existen, aunque se les ve.

Las bodas solo son un álbum de fotografías bonitas que van a descolorarse en el tiempo en el cesto de los papeles cuando el amor termine, si termina. Y hablamos de AMOR. Sí. Dónde está el amor? En el beso de los nuevos esposos, en sus miradas. Claro. Apenas dos minutos de los 50 de una boda. Dejemos el ágape para otro capítulo.

¿Qué pasó en la boda de Aleix y Adelaida que la hizo distinta?

Que los novios se manifestaron. Compartieron con el público sus palabras, en vez de darnos la espalda. Nos contaron por qué eligieron esas lecturas. Aleix nos explicó, de espaldas al sacerdote  -un entrañable amigo de la familia-  que la Bíblia tenía episodios de machismo traspasado que había que saber interpretar. Hablaron con nosotros. Y, posiblemente, sin saberlo, dieron en la clave : la boda es de ellos dos. El amor se expresa, se cuenta, se habla. Se rompe el ritual para dar cuenta del amor. ¿Podía mejorarse? Siempre.

¿Por qué no contarse su amor frente a los demás? ¿Por qué no sumar a esas miradas de escalofrío, por su ternura y su dicha, una declaración de amor que nos hiciera temblar, que nos recordara que estamos, también nosotros, enamorados o lo estuvimos. ¿Por qué no cantar a los cuatro vientos  ese amor como una confesión pública? ¿Por qué  no desterrar fórmulas ancianas, por qué no enterrar el dominio del capellán, que sea solo un guía para que hablen los corazones… para que hable el amor  y hacer de lo íntimo una comunión? Entregar a un hijo o a una hija a otra persona debería obligarnos a exigir esa confesión, esa carta de amor. ¿Acaso no es la boda la fiesta del Amor? ¿Adónde se fue? Orople, fru fru, papel de seda de regalo  que esconde el tam tam de los corazones, ahora  oculto bajo capas de maquillaje con naftalina en los bolsillos

Las hay, bodas así. Pero yo no las he visto…

¿Y en las bodas civiles? El actor, previo encuentro con los novios, desgrana episodios de la vida de la pareja hasta ese momento, Habla él, ellos se miran, sonríen y se besan. El actor o maestro cobra y se va a la siguiente. ¿Y dónde está el amor alli? ¡HABLAD, pardiez, HABLAD! Que hablen vuestras bocas y vuestros ojos y vuestra lengua, que canten vuestras cuerdas vocales antes de que el polvo del silencio las atasque.

No lo hagáis en las mesas de los restaurantes entre plato y plato, en capillitas, o en el baile… qué bellos, tan bonitos… cómo se quieren. Pero nadie escuchó palabra alguna que hablara de amor, de los que más se quieren, de los que empiezan una nueva vida…

¡Cambien las bodas! Dejen de ser figuritas especiales de pastel, como figuras de cera empolvadas en el museo decrépito y, si de verdad se quieren, grítenlo a los cuatro vientos, sin miedo, sin verguenza. O susúrrenlo, pero hagan que volvamos a creer en el amor, esa fuerza misteriosa y única por la que vale la pena vivir…no en el album acartonado de fotos encuadernadas en papel satinado y portada de piel con arabescos de falso oro. 

Aménse y cuéntenlo con sus cinco sentidos.

Gracias Aleix  y Adelaida por compartir vuestros corazones. Gracias a Humberto Balcázar por abrirme los ojos

(Continuará)

 

 

 

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