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LOCA POR TI (10)

By Jordi Folck
11/09/2022

1 de agosto
Me he acercado hasta Barcelona a buscar piso. Ellos creen que estoy en la biblioteca. Me he llevado el bocadillo de queso de mi madre, con pepinos y pimientos, una especialidad suya.
No sabía exactamente el lugar de su ubicación… Me habían dicho que Carlos vivía en Vallvidrera con vistas a toda Barcelona.
Soy lista. Al bajar de los ferrocarriles catalanes, en Vallvidrera, después de tomar el funicular, he preguntado en la calle el domicilio del cantante de Dharma, que era periodista y que había perdido la dirección.
Me han dicho que Carlos era una especie de celebridad local y que vivía en un antiguo hotel, el Ideal Pavillon. ¡Como las estrellas! El poeta Rilke escribió: “La vida siempre tiene razón. ¡Déjate llevar!”. Me ha venido a la cabeza cuando, después de coger un pequeño autobús y bajarme dos paradas después, en una curva poco antes de llegar al Observatorio Fabra me he encontrado con un edificio alto y aislado en la cima. El corazón me palpitaba. Deseaba encontrarlo, pero al mismo tiempo me asustaba. Quería y dolía. Al levantar la mirada, ¡me he topado con un cartel de piso en alquiler! ¡El destino, la Diosa Fortuna, ¡me apoyaba!
He llamado a un timbre cualquiera, sin pensar que el mismísimo Carlos podía responderme, y he preguntado si sabían cuánto se pagaba por el alquiler. Me ha respondido una voz anciana que me ha dicho que ella pagaba sesenta mil pesetas al mes. Que si estaba interesada me acercara hasta la inmobiliaria, pero que pedían pagar el mes en curso y dos por adelantado. ¡Aquello eran ciento ochenta mil pesetas!, una fortuna para una estudiante de diecisiete años.
Mi padre debía tener guardadas en casa unas cien mil pesetas. He decidido ponerme a trabajar de lo que fuese para conseguir el resto. Lozano nunca me dejaría tanto dinero porque debe tener un sueldo de mierda.
Le he pedido el teléfono de la inmobiliaria y, sin tardanza, me he acercado hasta Vallvidrera, deshaciendo el camino. He dicho que estaba interesada en el piso de la carretera con vistas a Barcelona. Me ha preguntado una muchacha si quería verlo. Le he dicho que no era necesario, que cuando llegaba del trabajo a casa estaba tan reventada que me daba igual si tenía luz o no, si estaba orientado al mar o a la montaña. “Solo quiero ventanas”, le he dicho. Y ella me ha respondido que le daba el sol en los cuatro puntos cardinales y que estaba rodeado de un bosquecito por donde podía pasear en la mañana y en la noche. Que en el edificio vivía un pintor paisajista y un cantante muy famoso. He dicho: “fantástico, pero que no estaba para famosos, que ya tenía mi propio trabajo”. Eso sí, he visto fotografías del piso y un antiguo anuncio de principios de siglo que me ha fotocopiado.
Recorte del anuncio:




EN VALLVIDRERA
Próxima apertura del IDEAL PAVILLON
Contiene parque, restaurante y café alrededor de grandes pinedas a cinco minutos de la plaza con vistas a Barcelona y al puerto.
Con 600 mil palmos de terreno para pasearse, asientos y arbolado, fuentes en el mismo local, de agua potable superior, locales para juegos, con entrada a los jardines. Desde la Rambla parten vehículos de la Anónima que van a la Avenida del Tibidabo y allí se toman los de Vallvidrera que paran en el mismo Ideal Pavillon y también desde Plaza de Cataluña el funicular que llega en 30 minutos.

Le he advertido que pagaría cien mil pesetas al día siguiente, dos de agosto, pero que mis padres estaban de viaje y que hasta que se acabase el mes no les podía dar el resto. ¿De qué trabajaba? De guía en un museo. ¿Cuál? “En el Museo Picasso”, he dicho, y que si querían entradas gratis, yo se las podía conseguir. Que era muy amiga de la directora, íntima… Y que el alquiler del piso era un regalo de mis padres. Que era buena chica, ordenada, limpia que no les destrozaría el pisito ideal para parejas, que estaba sola y que blablablá, que blablablá…
Me ha dicho que confiaba en mí y que volviese a pagar al día siguiente y que me daría las llaves.
Al final he decidido que debía parecer racional y que nadie compra sin ver, de manera que he aceptado que me acompañase al piso. Hemos ido en coche. La descripción rigurosa del Ideal Pavillon y los bosques que lo rodean la dejo para escribirla después.
Al regresar de Vallvidrera, he ido a buscar trabajo. No podía trabajar en Vallvidrera porque podría encontrarme a Carlos en cualquier tienda y entonces no iba a poder esconderme detrás de unas gafas oscuras. Como periodista seria, tenía que estar en Barcelona. Con los ferrocarriles he llegado hasta Plaza de Cataluña y de allí, ramblas abajo, buscando un cartelito de “Se busca ayudanta”, “Se busca colaboradora”, “Necesitamos secretaria de dirección” y así hasta el Monumento a Colón: los turistas estaban enseñoreándose por todos los rincones ensuciando con su presencia la ciudad (sudados, sin camiseta, con gorras, con cadenas al cuello), grupos de chicos con el radiocasete a todo trapo, bandas de japoneses yendo hacia el Palau Güell con las cámaras en la mano, carteristas, prostitutas, guardias urbanos, funcionarios sin corbata. Debían ser las siete de la tarde cuando el único anuncio que he encontrado colgaba en la puerta de un supermercado en el barrio del Raval. En la caja, he preguntado por el dueño a un chiquillo de cabellos cortos y rizados, colorado, mal vestido. Ha salido un paquistaní con barbita y me ha dicho “Salam aleikum”. Yo he esbozado una sonrisa y le he dado la mano. Le he dicho que buscaba trabajo. Me ha mirado de arriba abajo parándose en mis piernas y encima de los pechos (¡cerdo!) y me ha dicho que daban setenta mil pesetas al mes. Que empezaría al mediodía y estaría hasta tarde, pasadas las diez de la noche. Que estaría en la caja y vigilando que los turistas no robasen nada. Le he dicho que trato hecho y que empezaría el día 3, que era estudiante y que necesitaba dinero para pagar los estudios, pero que solo estaría dos meses, lo que le ha gustado al tío, porque me decía que solo quería refuerzos para el verano. Que yo era guapa (ya lo sé) y que mi presencia animaría las ventas. Que mejor falda que pantalones y un buen escote. Que tranquila, que estaba casado. Siempre pensaba en la clientela. Me han cogido ganas de escupirle. ¡Si los casados son los peores! He pensado que Carlos le rompería la cara.
Estaba en casa a la hora de cenar, que ahora es cuando a mí me da la gana. Ha sido un día fantástico y ahora escribo mis impresiones cuando el reloj avanza velozmente hacia mi libertad. En dos días tendré casa nueva, dinero nuevo, Lozano ya solo será un sueño y Carlos vendrá a comer de mi mano mientras preparo la entrevista del siglo. ¿No dirá alguien que soy una chica lista, con posibilidades y dispuesta a todo? ¿Soy una buena estratega de buenas piernas y elevada inteligencia? ¿Alguien lo duda? Tú, diario, recoge esta biografía sentimental como algo precioso porque si alguien me leyese, tomase ejemplo de determinación, valentía, coraje y cariño. ¡Soy la hostia! ¡La Vidal!
Que nadie reconozca en mí la mala sombra de Giacomo Casanova, ni la del libertino barón de Holbach ni el Don Juan de Molière, sino a la bella enamorada que busca galán. Si dicen que somos aquello que leemos… estaría bien que me fije en el procedimiento de los seductores, en el arte de la conquista amatoria, nunca como un triunfo de la vanidad o como el preludio del abandono, sino como la meta última de la existencia humana que es querer y ser querido. He encontrado en la web Rincón del Vago el resumen de un libro que quizás tenga que leer.
Trata de un hombre, Johannes, que se enamora de una chica a la que acaba de ver. Ha sido un “coup de foudre”, como dirían los franceses, un amor a primera vista. El nombre de esta señorita es Cordelia. El plan de Johannes es seducirla; lo primero que hace es seguirla por todos los lugares sin que ella se dé cuenta, porque quiere saberlo todo de ella. Tiene dieciséis años y es rematadamente hermosa. Da una descripción completa sobre ella: “Su rostro posee un óvalo perfecto, su frente es bello; es pura y altiva, sin ningún defecto. Sus cabellos son oscuros, el cutis transparente y suave al tacto; tiene largas pestañas. El rostro es como una fruta: se funden los rasgos, plenos y suaves; su cabeza es pura e inocente; su mano, cándida y de perfección griega ¡y sin anillo anular! Tiene un bello mentón, un poco agudo, y la boca es pequeña. Sus dientes son blancos como la nieve y sus mejillas rosadas. Es indudable que no está prometida”. Johannes piensa que algún día le pertenecerá. Averigua que vive en la ciudad de Stormgade, y escucha que Cordelia queda con un joven y así logra conocer la hora y el lugar del encuentro: a la una en una exposición. Johannes está allí y ella espera que llegue su amigo, pero es tarde y él no aparece. Entonces Johannes decide dirigirle por primera vez la palabra y solo le pregunta que si espera a algún familiar y que mire en otras salas por si acaso. Ella le responde con una ligera reverencia y… así empieza todo.
De Sören Kierkegaard: Diario de un Seductor.
Posdata: ¿Por dónde comenzar sobre el Ideal Pavillon, la residencia que me acoge y donde hacer posible nuestra historia de amor?

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4 Comentarios

  1. Gorkiana

    Hola, Jordi

    (Et responc en aquesta entrada el darrer comentari.) Tens raó, la vida cantada en vers és més dolça. Fins i tot quan els versos naixen de la foscor d’un bassal perdut en la foscor de l’asfalt una tarda de tempesta, o quan la metzina forma part intrínseca de la mètrica.
    I aprofitant que parlem del comiat d’aquests personatges, vull recuperar uns versos no tan coneguts que fan al·lusió a la immortalitat del creador i creació. Uns versos de la mare de la lírica Safo de Mitilene que diuen així, «Quan la poeta amb el seu cant es mor, ningú la creu extinta».
    Aquests versos son conhort, perquè d’alguna manera recorden el fet que les onades tardorenques s’enduran les cançons de Dharma, i les tornaran a portar fins a mi en el moment que els meus peus, nuus, trepitgin altres sorres. Marxen mar endins després de nedar uns mesos entre la sal dels dies d’estiu. Però com he dit, malgrat restar mar endins, les portarà la remor tranquil·la de les onades com un eco triomfant perquè ni la distància més llarg l’ha pogut desfer.

    Tinc un dubte, que neix de recuperar un dels comentaris fets durant els inicis de la publicació de la narració d’estiu. Dubte que temo estar deixant anar amb la mateixa obstinació que una muntanya deixa caure una pedra sobre un camí. La meva pregunta és si pròximament faràs alguna presentació, o hi ha algun esdeveniment rellevant (bé, de fet tot el que és cultura és de gran rellevància) en el que puguis estar present. O alguna possible trobada durant un d’aquells dies on els minuts han fet una petita parada en la marató del temps.

    Responder
  2. Jordi Folck

    Marta
    De nou, perdona

    si vols acabar el llibre i ho entenc te’l envio per email si em dius sí
    També està en venda a amazon

    I també te’l puc regalar en versió catalana (canvien els noms)

    Estaré el dia 2 d’octubre al MEETING POINT CREU COBERTA de plaça d’Espanya parlant de caça de bruixes el dia 2 octubre a les 13’00 h per si vols venir a fer-nos una abraçada

    ja em dius!!!!

    salut

    Jordi

    Jordi

    Responder
  3. Gorkiana

    Hola, Jordi

    Aquest cop soc jo qui demana disculpes per contestar amb retard,

    Abans de respondre vull demanar-te les gràcies per compartir la informació; com no soc cap corda que forma part de l’entortolligada «xarxa social» a vegades, malgrat que així ho prefereixo, m’acompanya un silenci mediàtic propi d’un mar sense peixos. És a dir, no me n’assabento de les novetats.

    La meva idea és deixar-me caure per la presentació, però com encara hi ha alguns branquillons del niu que em tenen lligada a aquest, estic subjecta a qualsevol esdeveniment o imprevist. Però crec i confio que diumenge serà un dia òptim per agafar l’escombra i volar amb les bruixes (i a més a més no hi ha cap previsió de pluja!).

    Gràcies, ens veiem!

    Responder
    • Jordi Folck

      Hola, t’envio, com vàrem dir, el pdf per email
      gaudeix-lo!

      Responder

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