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CARTA A UNA NIÑA ESTÚPIDA

By Jordi Folck
19/05/2019

Hola
No sé aún cómo empezar esta carta. Por protocolo sería “querida” o “apreciada” y como no tienes edad aún para aquello de “Muy señora mía” me quedo sin principio porqué puedo asegurararte que esos calificativos pomposos no han nacido para ti.
Sé que nunca leerás esta carta. Y eso me apena porqué me gustaría conocer tu respuesta y quizás, abrir, una sana discusión.
Espero que aún te acuerdes de mí.
Ocurrió el pasado domingo a mediodía en la librería de Isabel de Bellart en Cambrils, posiblemente la librería más hermosa de Catalunya y, posiblemente, de España.
Yo fui a saludar a Isabel, también mi librera favorita. Regala libros o caramelos y en verano se coloca unos patines y alas blancas para pasearse por el paraíso de su librería.
Creo que nos queremos. Buen, ella quiere a todos los escritores y todos los escritores la quieren a ella. Porque en su libreria selecta no vende porquerías. Las devuelve: bestsellers, libros de infuencers o autoeditados. Te lo cuento porque junto a su “taulell” ( hermosa palabra, ¿no?) el mostrador  tenía dos cajas de novedades que me dijo que iba a devolver porqué después de haberlos hojeado (no ojeado, vigila) no le parecían de la suficiente calidad. Entre ellos había un libro GILDA de hermosa portada. En esa conversación me decía que en uno de los bestsellers más vendidos aparecía la frase

”              en un jardin perfumado de orquídeas”….

y me recordaba que las orquídeas no huelen, no expelen perfume de ningún tipo. O sea que la gente escribe basura

Bueno, al caso. Llegaste con tus padres. El señor de unos 40 años y tu madre, de edad parecida. “Venimos a regalarle un libro” .. dijo señalándote. 

-¿Qué edad tienes? -preguntó Isabel.

-Doce -respondiste.

Tu mamá se disculpó: -Bueno tiene once y cumple doce en septiembre…

Que mania de ponerse años alguien que, posiblemente, un día eso se los saque.

Empezabas mal: como todas las preadolescentes queriendo ser mayor.

¿Quién demonios es Gilda?

Isabel sabe lo que es la buena literatura. Que casualidad.. elegiste el libro GILDA  de la caja de libros a devolver. Isabel tomó mi “el noi de paper” el libro de mi vida porqué su génesis empezó en el año 1990 y apareció publicado en el año 2019 casi 30 años después. Y te dijo..”mírate este. Ahí tienes a su autor”. Yo estaba detrás de ti y de tus padres. Tu padre dijo: “-Lee la contraportada”.  Lo que no hiciste con el otro, por cierto.

Y leíste la historia del niño inteligente hecho de papel que llora confetti y tenia serpentinas por cabellos. 

Y al terminar tu padre dijo: “parece interesante.¿Cuál quieres?”

¡Y elegiste!

¿Quién demonios es “El noi de paper”?

El otro…

Supongo que con un cerebro como el tuyo de doce años que son once no puedes ni tan siquiera imaginar cómo me sentí. Me hubiera gustado desaparecer, que se abriera la tierra y fundirme allí.  Un nadie. Nada. Un mal actor con cara de circunstancias. Un libro en el que está mi alma y mi corazón, un libro que jamás podré mejorar vencido por una mierda de libro en el cajón de devoluciones.

Bueno, si a ella le gusta… -se excusó Isabel con una sonrisa torcida.

Yo ya había pensando en la dedicatoria con letras largas lorquianas, en hacer un corte en el papel para que el libro abriera sus alas, y te diera su corazón,  alas que son a la vez una pajarita…  

Pero no.

Y ese día iba de domingo, o sea con el pelo alborotado, unos pantalones cualesquiera. No me refiero a la palabra “endiumenjar-se” que sería algo así como ponerse guapo. Todo lo contrario. Había olvidado a Audrey Hepburn cuando dijo que “cuando salgas a la calle nunca sabes a quién puedes encontrarte, así que viste bien”.

Quizás si yo tuviera 30 años, cuerpo de modelo, sonrisa dentífrica y hubiera vestido de marca tu te hubieras fijado en mí. Pero yo vestía de cincuentón tardío, que para ti ya es viejo. Y como iba yo a enamorate si me había olvidado de Audrey Hepburn y andaba algo deslavazado y con mis ideas hirviendo entre mis rizos decaídos…. 

Claro que hace pocos días  un poeta catalán muy importante, traductor de larga trayectoria que me había visto el día de Sant Jordi paseando por la Rambla (de firma en firma) con mi traje inglés rojo a cuadros (y caro)  me dijo que ese día me había visto vestido de payaso. Ya ves, los escritores. Que si mucho, que si poco..

Pues eso, te quedaste el otro libro. Yo si llego a ser tu padre devuelvo a esa GILDA a su caja de cartón y por elegancia y conocimiento te obligo a coger el otro, el mío. Lo que pasa es que los padres superprotectores defensores del himen de sus hijas y de todas sus tonterías no les va llevar la contraria a sus retoños que se añaden años para parecer mayores. Bueno, yo tuve dos muchachos inteligentes y obedientes y siempre dije lo que pensé, siempre constructivamente. Pero eran otros tiempos y la sobreprotección y la gilipollez no se llevaba como ahora.

Bueno, perdona por lo de estúpida. Pero una semana después tu desprecio aún me duele. Porque, y termino, los padres (que ya abandonaron su papel de educadores) deberían contaros cómo cuesta escribir un libro, como somos de pobres diablos los escritores catalanes inframileuristas, como hay que apoyar a los autores de Km. 0,  los de aquí. Pero no te han contado nada porqué a ti lo único que te interesa es crecer y olvidarse de una niñez  a la que yo volvería con los ojos cerrados. Y sí le compraría a ese caballero desvalido, desvaido, destintado… su libro. Porque siempre admiré a los escritores, a los creadores y cuanto mayores, mejor. Más sabios y más necesitados de afecto. Porque uno escribe como dijo García Márquez e insistió Gustavo Hernández (El mal de Penélope) “uno escribe para que le quieran”.

No me despido de ti. No te mando ningún saludo. Quizás sí necesites crecer para dejar de ser una niña estúpida y convertirte en una mujer inteligente. Apuesto por ello. Y si otra vez te ocurre lo mismo, por favor cómprale el puto libro al señor que te regalará una dedicatoria y acabará tomándose una foto contigo para que después la borres sin que te vean.

Gracias.

 

(Fotografía propia en la cueva de los tesoros de Alí Babá o librería de Isabel de Bellart en Cambrils, Tarragona)

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