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CÓMO RESUCITAR A LOS LIBROS MUERTOS

By Jordi Folck
28/01/2023
el ataúd de los libros muertos

Llevo ya varios artículos dedicados a cómo atraer lectores hacia los libros.

Para muchos son ataúdes blancos sin saber que, quienes así piensan, son sepultureros que ya enterraron sus propias vidas. Les cuento: en el instituto donde estoy este año los alumnos tienen una hora de lectura cada semana, algo necesario e imprescindible y hay que agradecer a dirección ese buen deseo. Pero…
(Pausa dramática)

¿Por qué siempre uno encuentra “peros”?  Y me daran o no la razón pero “peros” es lo que nos sobran. 

¿Y cuál es ahora…  ruge el lector inquieto, el docente complacido, el servidor de su amo, el que mira hacia otro lado porque nada va con ellos?

Preguntémonos en esa hora qué leen los adolescentes de educación secundaria.

Si se tratara de  lecturas recomendadas y previamente valoradas por el profesorado, nada que objetar, sea un solo título o sean diversos porque ese hecho permitirá y abrirá la conversación entre los lectores de si sí o si no, de si les encantó o no había para tanto, o si se aburrieron o vivieron la aventura como una odisea épica.

Pero lo que vi fueron cajas de plástico en cuyo interior había libros acumulados, restos de la biblioteca, los libros en mal estado, los descuartizados, los abandonados. Y me asomé por la puerta para ver a un grupo de muchachos de doce años con libros que ya había visto amontonados en ese, ahora sí, ataúd de plástico.

“Se trata de leer” -dicen desde las altas esferas. “Y eso hacen” -responden los equipos directivos mientras se ocupan/preocupan de asuntos más importantes. Como si la formación del lector no fuera un caballo de batalla fundamental, batalla que poco a poco y con medidas semejantes se va perdiendo.

¿Por qué no funcionará esa hora de lectura?

  1. Los libros de la caja que vi son materiales de deshecho, los que ya no merecían estar en la biblioteca pero sí merecen estar en las manos del lector. Son libros en mal estado que podrian adjetvarse con escaso acierto “libros basura” y no por su contenido sino porque el continente pasó a mejor vida.
  2. Porque todo libro que no incentive el hábito lector no sirve para nada. Tal vez para envolver bocadillos. Esos libros fueron elegidos de un montón “porque toca leer aunque no me interese”  y porque de los pobres y desgraciados libros de la caja de plástico no hubo un docente que los presentara o que recomendara algunos. De hecho entre ellos estaba una edición de ¡1975! de Cortázar, una joya de cronopios nada indicada para los alumnos. Otro, un libro de aventuras “La caravana invisible” de un autor, el gran Josep Vallverdú, que este año cumple cien y vivo, Hubiera sido bueno hablar de él y de sus novelas de aventuras que, reconozco, adoro. Pero tal vez nadie recuerde esa efemérides o nadie metió su nariz en esa caja antes de quitarle el polvo aunque empiezo a pensar que cuando se entregan los libros el polvo va de regalo.
  3. Porque ya dijo la catedrática en literatura Teresa Colomé todo libro debe ser elegido bajo un requerimiento: “para quién y para qué”. para qué persona y con qué objeto. Sí se cumple la ley, la de hacer leer en las aulas pero nadie ve la letra pequeña: LEER CON PLACER, POR PURO PLACER.
  4. Porque esa lectura obligatoria de libros  malos o que no representan sus intereses lectores va a regresar como un boomerang contra el lector que entenderá que el libro es un cacharro viejo que no funciona más allá de la pérdida de tiempo. Y es un hecho que acaben odiando a ese hermoso legado de la humanidad, que parece en vías de extinción o de derrota.  
  5. Porque termina la hora, se recogen los libros y el lector abandona la lectura de manera que en la próxima semana le toque otro libro a menos que exija continuar con ese. Yo no podria esperar tanto tiempo a esperar devorar con un libro que me hubiera secuestrado.
  6. Porque los chicos y las chicas deben leer también novedades y conocer a los autores para que acerquen  su trabajo, su amor por el arte y las letras a los estudiantes, para que desmenucen sus libros y acerquen ese trabajo de albañil de palabras a los jóvenes lectores. Para que les haga renacer el deseo por leer a través de su testimonio entusiasmado.
  7. Los libros muertos no pueden ser salvados ni resucitados. Ni con un beso. Pasaron  a mejor vida. Será mejor enterrar esos libros y pedir a los lectores que se acerquen a la biblioteca del centro escolar y bajo indicación del profesorado entre diversas alternativas adopten uno que les acompañará mientras dure su lectura. ¡Ah! Perdón que la biblioteca está cerrada y también abandonada, Que nadie cuida de ella. Que no hay dinero para mediadores, ni para renovarla, ni para cambiar los muebles y hacerla acogedora. ¡Ah, no! que allí dan clase y no se pueden acceder a ella y que en el patio no hay servicio de vigilancia y que está cerrada. Bueno, no digo nada más. Ustedes sabrán muy lo que se hacen

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