Mis hermanos y yo recibimos una educación religiosa no muy estricta pero sí suficiente para que cada domingo acudiéramos a la iglesia de Sant Joan en Reus a misa de mediodía. Había algo de literario en ello, como si yo mismo fuera uno de los personajes de “La Regenta” de Leopoldo Alas Clarín que en Vetusta se codea con beatas y señoritos, con jóvenes empresarios peperos y damas de alcurnia, con mendigos valleinclanescos y estudiantes bien.
Margarita se llama mi amor
Fue en los primeros meses del 84 en que descubrí una presencia etérea de alguien deslumbrante… una muchacha que parecía ella misma un rayo de luz como si ese sol que atraviesa los rosetones de las iglesias hubiera tomado cuerpo y se pasease por el pasillo central de la nave en cruz latina de la Iglesia. Yo, de índole tímida, nunca me atreví a cruzar una palabra con esa muchacha -apenas unas miradas creo que compartidas- hasta que a principios de abril descubrí que la acompañaba un muchacho… Me di cuenta de que o tomaba la delantera o ya posiblemente alguien se había adelantado. Siempre pensé que, exigente como era, nunca encontraría esa media naranja que fuera algo así como una ensoñación, una mujer que pareciera salida de una película, de un ángel que apenas tocaba el suelo. Pero esa muchacha inalcanzable, hija de Dioses, de cabellos rubios y ojos claros, tez pálida, porte elegante que se movía como un suspiro sin hacer ruido parecía encajar en todos mis sueños imposibles. De hecho parecía demasiado para un mortal. Así que sin saber de dónde salió esa necesidad ese domingo ( o tal vez sábado) 24 de abril al cruzarnos por la calle Llovera frente al escaparate del fotógrafo Niepce me detuve para saludarla con la excusa de que que siendo el día anterior 23 de abril mi santo (Sant Jordi) deseaba invitarla a tomar algo. Margarita, que ese era su nombre iba acompañada de su madre y su madre muy elegantemente nos dejó solos. Empezamos a vernos los fines de semana, saliendo a cenar en algún restaurante o yendo al cine y aprovechando, como en los viejos tiempos de La Colmena de Pascual Duarte, para besarnos apasionadamente en las oscuridad en el cine Reus Palace cuando el resto estaba prohibido. Pero no fue hasta septiembre, cuatro meses después que le pedí para salir. Era mi quinta novia y no había sentido por ninguna de las precedentes nada de lo que sentía por ella. Siempre mantuve que la persona con la que fuera a compartir mi vida debía superarme en inteligencia y en belleza: ella tenía dos carreras y poseía una enorme belleza física, una ternura del alma, una elegancia casi visceral. Parecía una de esas muñecas antiguas pero no de las que dan miedo sino de las que causan admiración y ante las que uno se queda embelesado.
Ese verano conocí a su familia, a sus dos hermanos Pere y Josep y a su hermana Roser que casi podría decir la superaba en belleza…. Roser tenía un rostro asombrosamente parecido a Audrey Hepburn y un porte tan deliciosamente aristocrático que llegué a dudar cuál de las dos me gustaba más. …De haber nacido en otra familia menos cerrada Roser podría haber sido actriz incluso modelo de pasarela. Parecía vivir un fragmento zarzuelero de la Verbena de la Paloma, esas coplas de Don Hilarión cuando se debate entre la rubia y una morena pero la morena estaba ya casada con un abogado del que pronto iba a separarse. Su padre y sus hermanos habían tenido una vinculación muy directa con la congregación mariana con la congregación de la Purísima Sang y vivían una vida muy vinculada a la religión. Su padre había fallecido de infarto algunos años atrás.
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Margarita fue en mi vida como una parabólica que atrajo todos los bienes no solo porque se convirtió en mi esposa cuatro años y cuatro meses después sino porque fue amiga, consejera y sabia: podría afirmar que venía de una reencarnación antigua lo que le permitía percibir hechos y circunstancias, descubrir señales que yo no veía antecediéndose a milagros o a catástrofes: siendo yo hombre con un poderoso sentido del humor, cierto año, la organización de los carnavales de Reus me ofrecieron si uería encarnar al Rey del carnaval, el Carnestoltes y en lo alto de una carroza bailar, y actuar como un soberano loco, encarnar al diablo festivo y dicharachero, zumbón que todo carnaval reclamaba. Dije que lo consideraría y me pareció una idea divertida (e incluso a mi hermano que siendo compañero de habitación compartíamos una afinidad importante) Pero fue Margarita la que me hizo ver ese error, el de que si aceptaba habría quedado en la historia de la ciudad no como JORDI FOLCK el periodista-escritor, el publicitario y sí como el Rey del Carnaval, el Carnestoltes, muñeco que recordemos fenece cada martes de carnaval en dignísimo y esperpéntico entierro. Dado a la broma como soy pero de talante serio, disciplinado, riguroso ese sobrenombre, ese desmérito habría circulado de boca en boca y ya habría agotado, posiblemente, mi autoridad como escritor convirtiéndome en algo que no quería llegar a ser. Hacer reír pero nunca reírse de uno. Eso pensé entonces. Posiblemente ahora la cuestión de “hacer el payaso” me parecería más baladí y menos trágica
Radio Music Club, la emisora pirata y autofinanciada
Margarita también me aportó mi primera llegada al mundo de la radio: había escuchado una emisora pirata no legalizada llamada Radio Music Club en septiembre del 84 donde buscaban locutores y así fue cómo me animó a escribirles y así , un mes más tarde, debutaba en el mundo de la radio con un programa propio de discjockey musical, los sábados por la mañana. Éramos 30 colaboradores y entre todos pagábamos los alquileres y la electricidad. Para entendernos, no solo no cobrábamos sino que había que vaciarse los bolsillos algo parecido a los que iba a ocurrirme 40 años después cuando, se me ofreció, en el año 2018, entrar como colaborador (gratuito) y donde sigo actualmente en Onda Cero Radio hablando de teatro (pero sin pagar).
Con Margarita y su hermana Roser y un par de amigos carabinas pudimos viajar hasta Navarra y ya tras desposarnos en octubre del 1987 a donde quisiéramos. Creo que siempre fuimos buenos chicos de esos de “a las diez en casa” y la única gamberrada inocente que cometimos fue asistir Margarita y yo al famoso Festival de la Cançó de Torredembarra que conducía Luis del Olmo donde, ese año actuaban Mocedades, Rocío Jurado, Albano & Romina y otros muchos y regresar a casa a las 6:00 de la mañana, hora en la que su madre estaría ya llamando por hospitales para conocer el paradero de su hija y de ese desaprensivo que medio la había secuestrado. Una de sus llamadas fue a mi hermano que dijo no saber nada. Una de las características de la familia Gomis siempre fue un especial padecimiento y preocupación excesiva por los suyos.
Radio Music club fue mi primera experiencia antes de encadenarla con la siguiente, apenas seis meses después, entrar en Antena 3 Radio cuando la cadena se había esparcido por toda España antes de reconvertirse en la primera cadena de televisión privada. Allí aprendí a hacer radio con un maestro de la radiodifusión llegado de Madrid, Pere Fusté, al lado de profesionales como Pilar Moral, de bellísima voz, hermosa y elegante (ahora reconnvertida a actriz) Oscar Montero, Tino Fuego y un clásico de la radio que era Antonio Campos que procedía de la Cadena SER pero que se fue pronto de este mundo por una cirrosis hepática mal cuidada.
1984 fue mi puesta de largo en la radio con el cargo de jefe de informativos de Antena 3 Reus Cataluña Sud. Pero nunca fui hombre de informativos y a mi imaginación ya desbordada le disgustaba el retrato de una realidad que ya era escasamente creativa entre la central nuclear de Vandellòs, los problemas de falta de agua de Reus y los politicastros que entonces gobernaban nuestras vidas… Había abandonado por un cierto tiempo los estudios de periodismo en la UAB renunciando a la asignatura que llevaba tres años esperando Historia del cine de Romà Gubern. Compartía el programa de informativos con Pilar Moral y un programa magazine Zumo de Frutas que se emitía cada tarde en desconexión local a las 16’00 h. y dirigía los sábados por la mañana un programa de tres horas llamado Claqueta en la que hablaba de estrenos cinematográficos, de arte (ópera, pintura) y cultura tres palabras que conformaron mi vida durante muchísimo tiempo. Pero los informativos me desagradaban, no me sentía cómodo, cobraba mensualmente unos ridículos ciento veinte euros (20.000 pesetas) así que un día hablé con Pere y le dije que quería recuperar mi carrera universitaria y cedía mi plaza a Pilar Moral que estaba mucho más preparada en intenciones informativas y en gusto por los hechos y yo me regresé a Barcelona donde continué con mi carrera universitaria hasta que empecé a trabajar como crítico de cine en el Diario español actualmente Diari de Tarragona) a razón de tres críticas por semanas y un tiempo después peor ya 1987 recibí una oferta para incorporarme a EAJ11 Radio Reus como comercial publicitario y colaborador de Yolanda García en los matinales y donde Andreu Buenafuente, otro de los miembros ilustres del clan de la avellana -con Francino de Canal + y Girona de Radio Barcelona- me invitaba a hablar de cine en ocasiones especiales. Y entonces llegó el servicio militar que lo fastidió todo en 1986.
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Foto: Cedida por Foto Arce Tarragona, 1984 preentando una gala de premios en la discoteca FlashBack de Salou
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