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BUSCANDO AL PERSONAJE

By Jordi Folck
12/02/2019

Perdonará el lector  mi retraso. Pero entre que me envenenaron la web y se cayó, que estuve en Valencia como jurado en un festival de cine educativo (Mice 2019) y que hablar de los personajes no es nada fácil,  a uno se le fueron los días. Empecé a escribir el artículo ayer y lo termino…quizás mañana.

En todo caso le pido al lector que lea el post anterior para encajar conceptos. 

Tenemos la ficha de cada personaje. Si uno goza de una memoria prodigiosa puede ser mental pero tampoco se lo recomiendo por aquello de ir rebuscando en la cabeza lo que uno creía tener. Ayer en Valencia me encontré con un viejo amigo, Elías Amor, que pronto editará una novela sobre sus antepasados en Cuba y que cuenta con 300 personajes. Seguro que tiene un buen registro, un árbol genealógico para ir moviéndose por las ramas.

Tiene un nombre..¿si? ¿no? ¿De dónde sacar nombres?  Hay escritores que del listín telefónico, del santoral, de la agenda de amigos combinando nombres de unos y apellidos de otros. De revistas, de periódicos…Para mi personaje Waldemar  Izczyszyn consulté un diccionario de nombres polacos hasta dar con un nombre que me sonaba a “la mar de problemas” y a la onomatopeya ¡Ecs! Uno tiene que enamorarse de él asi que no le ponga un nombre que le disguste. Si llama Nerón a su perro  y encima le gusta jugar con fuego, puede ser un acierto pero llamar así a un personaje le marcará con una personaldad quizás excesiva. Si Atticus Finch de Matar a un ruiseñor (Harper Lee) se llamara Alfonso Spencer posiblemente no hubiera llegado tan  lejos. En el fondo  se trata de algo de intuición, de  dejarse llevar, de sentirse bien cuando se le menciona. Ni Don Quijote y ese apellido “quijotesco” existirían hoy ni su fiel escudereo Sancho Panza, como no barrigudo y bajito con otros nombres. Alberto González de Primer Cielo, Último infierno en la Venezuela de Maduro es un personaje ficticio que esconde al propio autor Humberto Balcázar  para separarse de la tragedia que le tocó vivir y buscar cierta objetividad. En todo caso el nombre es importante entre los personajes principales, menos en los secundarios que asisten, responden, mueven al protagonista o al antagonista -son su punto de apoyo- , menos los extras que como en cine o televisión solo tienen una frase (así empezó en el cine Meryl Streep) y menos los ocasionales que se citan de lejos o de paso. Del cine o de las series uno puede extraer cantidades de esas categorías. Pero  algo les digo… hay secundarios que nos roban el corazón, sea en Dostoievsky, sea en Julio Verne o sea  en “La sombra del viento” de Carlos Ruiz Zafón (ese gran Fermín Romero de Torres).

Del personaje de forma más sinóptica le dejo algunas reflexiones.

  1. Debe saber todo o casi todo de sus personajes. El escritor es, a la vez, todos ellos, le gusten o disgusten. Puede y debe ser médico y asesino, enfermera, policía y ladrón, padre y madre y a la vez.                                     
  2. Cada personaje habla distinto. Un  profesor universitario posiblemente hable distinto a un profesor para niños, un policía veterano de uno recién graduado. Una abuela de su nieta. Así un ladrón de un rey, una monja de una prostituta, un humorista de un enterrador. En todo caso busque modelos, referencias, apueste por a quien conozco que pueda parecerse a.. siempre bajo el principio de verosimilitud. Que me lo crea. Y donde el autor nunca esté detrás escondido, agazapado para dejarse ver de tanto en tanto como si dijera “oye, ese chico es mi criatura”.  Porque hay autores que disimulan pero se reparten por todos los personajes. Que meter autobiografia de uno está bien, o parte de ella, pero que no se note. Mejor lo copia de sus amigos. Como dice  Haruki Murakami “ igual que es esencial leer mucho, para crear personajes deberías conocer a muchas personas”. (¿De qué hablo cuando hablo de escribir?). Atención: escribir en primera persona es un peligro en el que uno puede caer al confundirse con el personaje.                                                                                 
  3. Nunca los presente de golpe. Ya pasó el tiempo de las descripciones de Emile Zola o Charles Dickens. No es necesario una definición física, psicológica y social al primer golpe. Déjeles hablar. Ya contaran cuando ellos lo necesiten. Porque tiene que dejar volar a sus personajes. Solo cuente lo que pueda funcionar en la historia. Si pone a una muchacha pelirroja por poner sin que eso afecte a su carácter ni a su relación con los demás… ¿entonces, para qué? Pruebe ir añadiendo detalles a lo largo de la historia, cuando el personaje quiera presentarse a alguien. Déjele hablar: es la mejor forma de conocerle. de hecho el propi autor le irá conociendo a lo largo del camino. Y es posible que alguno de ellos se le rebele y le diga “por ahí no”. Me gustan los personajes imprevisibles con sorpresa. Porque, en el fondo la novela no es de uno sino de los personajes si están bien trazados que se la llevan por donde quieren, cobran vida y someten al escritor. Y les puedo asegurar que eso es un placer porque uno acaba medio despreocupándose de ellos. Elos marcan y mueven la historia y no tanto la voluntad del escritor.                                                                                   
  4. Los personajes principales protagonistas evolucionan. Tienen un arco. Viven, les pasan cosas, aprenden, sufren. Obsérvese a sí mismo. ¿Verdad que hace diez años Usted no era el mismo de ahora? Pues lo mismo pasa en una novela. Madame Bovary, Ana Karenina, Oscar Matzerath (de El Tambor de Hojalata de Grass),  Atticus Finch o mi pequeño Eduardo en 666 calaixos cambian a lo largo de la novela. No dibuje personajes planos porque le va a restar verdad a la historia. Y añádele un destello, un signo de personalidad que lo haga atractivo, que le llame la atención.                                                                                         
  5.  Por qué se mueve y evoluciona un personaje? Nos ayuda Linda Seger, la guionista y escritora, asesora de guiones desde “Cómo crear personajes inolvidables” (Paidós comunicación, 2000). Todo personaje tiene una motivación, una acción y una meta. La motivación inicia al personaje, lo resetea, le manda fuera de su zona de confort y se expresa o con diálogos o con pura narración. La acción le moverá hacia alguna parte para lograr lo que desea, hacia un climax, hacia su final, lo logre o no. ¿Qué es lo que quiere el personaje? Llegar al otro lado de la novela, de la experiencia, y lograr algo, alcanzar su meta. A veces entrando en conflico con su antagonista. Una meta tan difícil que le hará cambiar. Todas las acciones que emprende son para llegar a esa meta: Don Quijote quiere rendir pleitesía a Dulcinea del Toboso de ahí que emprenda viaje y aventuras para ganar fama y su corazón. Al final no logra el amor y sí la muerte. Pero motivación, acción y meta (aunque cambie o se malogra) siguen estando claras. Dorothy de El Mago de Oz inicia un viaje hacia el mago para regresar a Kansas, darle un cerebro al espantapájaros, un corazón al hombre de hojalata y valentía para el león. Para eso recorrerán una serie de aventuras y decisiones hasta lograr alcanzar la meta y despedirse en su regreso a casa. 
  6. ¿Si? En el tercero y último de los capítulos sobre el personaje le daremos las últimas pistas ….¡Hasta pronto!

 

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