El proceso creativo de un libro espiritual
Para construir el cielo, dejando atrás Nápoles, dispuse de mi imaginación y de las valiosas aportaciones de escritores y pintores que, mucho antes que yo, se atrevieron a viajar hasta allí. La lectura de los episodios correspondientes a la visita del purgatorio y del cielo que hace Dante en la Divina Comedia, la relectura de algunos de los libros de la Biblia, especialmente los más poéticos (los “Salmos”, el “Cántico de los Cánticos” y las “Lamentaciones”) y los sapienciales (“Proverbios” y “Sabiduría”) fueron el punto de partida bibliográfico, al cual habría que añadir muchos otros, puramente religiosos y, aún, filosóficos. Menciono, especialmente, “Conversaciones con Dios” de Neale Donald Walsch y “Pero, ¿Qué diablos hacía Dios antes de la creación?” del dominicano y filósofo Bernard Bro. Algunos de los cánticos o sentencias pronunciadas por los personajes del libro no me pertenecen; proceden directamente de la Biblia. La expresión en boca de los niños al recibir a Gian Paolo en el paraíso y sobre el hecho de volar corresponde al salmo 104, versículo 3; aquella en que el niño habla con su madre pertenecen al salmo 103, versículos 3 a 6, y sobre la fugacidad de la vida al mismo salmo, en sus versículos 15 y 16; la respuesta, bastante conocida, del joven padre Zanzucchi (“A Dios, lo que es de Dios…) pertenece al evangelio de San Lucas, 20, 25; el canto de peregrinaje pertenece al salmo 133, versículos 1 a 3. La invitación final de Jesús “Comed y bebed todos y empaparos de amor” pertenece al Cántico de los Cánticos, 5, 1. Los árboles y las plantas que aparecen en el paraíso, han sido recogidos de varios libros: de la Biblia y de la magnífica aportación del erudito Jean Deulomeau en “Historia del Paraíso”, libro de cabecera. La breve relación de nombres creados para llamar a Dios procede de los dos volúmenes publicados por Fray Luis de Leon en 1583 “De los nombres de Cristo”.
Tocar el cielo
Pictóricamente he analizado tantas pinturas que hacer un recordatorio sería un trabajo excesivo. Me interesaban, especialmente, los seres angelicales, si bien, cómo ha quedado visto, he dejado poca constancia y todavía menos definición. Sus tipologías, sus funciones, las actividades celestiales, sus oficios, así como los hábitos y forma de vida me han sido proporcionadas por el libro “Ángeles, una especie en peligro de extinción” de Malcom Goldwin y “Existen los ángeles de la guarda?” de Perre Jovanovic, entre otros, y por numerosos libros de historia del arte entre que cabe mencionar Angele e Demoni, una edición especial de lo Expreso aparecida en Italia coincidiendo con mi llegada a Nápoles. Cuando escribía sobre las cortes celestiales, tenía ante mí las pinturas de Hyeronimus Bosch, Rubens,
Caravaggio, Gaudenzio Ferrari, Giovanni Blilivert, esculturas de Bernini y, especialmente del gran Miquel Angel. También Botticelli, El Greco, Bosch, Tiziano, Tintoretro que quiero creer que se ven en este libro como passepartout para gozar de esas llamadas.
Los paisajes celestiales son únicamente competencia mía. Sólo quería ofrecer una cata, consciente de la imposibilidad de éxito. La extensión limitada del libro me imposibilitaba, por otro lado, efectuar un viaje extenso por uno de los lugares más soñados, del que se habla tanto y tan poco se sabe, y donde, reconozco, me encontraba con un sosiego y una paz imposibles de hallar en nuestro mundo con la ayuda de los arquitectos musicales de Dios, educando mis oídos con la “Pasión según San Mateo de J. S. Bach”, con John Williams y su estremecedora partitura para “La lista de Schindler”, con la obra maestra de Ennio Morricone sobre las misiones jesuitas “La misión” y a Alexander Desplat, a Mozart, Haendel, Beethoven. Las napolitanas escogidas para el libro son algunas de las más populares y aquellas que, rompiendo fronteras, se han extendido por toda la vieja Europa: “Parlami de amore Mariú” (C.A.Bixio, letra de B.Cherubini), “O Sole mio” (E.di Capua, letra de G.Capurro), “Core’ ngrato” (Salvatore Cardillo, letra de Cordiferro), La Serenata (F.P.Tosti , letra de G.A.Cesareo) la célebre “Funiculí Funiculá” (Luigi Denza, letra de P. Turco), “Martinata” (letra y música de Ruggiero Leoncavallo), “Marechiare” (F.P. Tosti, letra de Salvatore di Giacomo) y “Adduormete cu me” (E.Murolo, letra de Taguaferri). Estas y otras muchas de Josep Carreras, Luciano Pavarotti, Massimo Rainieri y Pepino di Capri me alegraron la escritura.
Las fotografías en blanco y negro realizadas en Nápoles aquellos días como testigo gráfico y literario de mi estancia en la ciudad del Vesubio, además de Pompeya y Herculano, aparecerían publicadas en la revista “Puzzle” (diciembre de 2004). Dos escrituras, la fotográfica y la literaria, llenaron mi estancia de una elevada felicidad. En Nápoles escribí el segundo acto del libro. La escena del milagro fue escrita en la terraza del café literario Intro Moenia, en la piazza Bellini. Curiosamente, inmerso en la emoción de la escritura, a pesar del alboroto de un sábado al atardecer, conocí a Giulia, una hermosa muchacha que, sentada en una mesa con sus amigos, se me acercó, despertada la curiosidad y excusándose, para saber qué escribía con tanta delectación. Se abrió una conversación apasionada sobre mi libro y sobre la creación en una amistad que aún continua.
“Trucades des del cel” (Editorial Barcanova) apareció en Barcelona en el año 2006 en su versión catalana con una buena acogida de prensa. La Vanguardia tituló su crónica con un “Jordi Folck novela un cielo poblado de escritores, artistas y actores” y Diari de Tarragona “Papá, hay teléfonos + en el cielo?
La crítica
El recientenente desaparecido Josep Maria Aloy, crítico literario de diversas publicaciones escribió: “Es un libro que arranca muy bien, escrito con mucha gracia y con mucho humor aunque, en el fondo, esté el tema de la muerte. La primera parte es excelente. El libro me gusta porque tiene presente el mundo de las letras y encuentro interesantísimo que alguien se acuerde todavía de Calvino, de Rodar¡, de Dahl con todas las referencias al mundo de los cuentos infantiles y todas sus bromas y “boutades” contra la especie humana.
Reconozco que me gustó leer ese comentario de Aloy viniendo de un crítico. Pero me pareció algo mucho más hermoso cuando una noche recibí la llamada de un muchacho de 12 años, compañero de escuela de mi segundo hijo Eduardo. Le había pedido el teléfono y él se lo dio. De ese muchacho sabía que era un gran lector: devoraba libros y a veces no entregaba sus tareas escolares por que se había pasado la noche leyendo. Me llamó para decirme que de todos los libros que había leído en su aún corta vida ése era el que más le había gustado. En esa novela coral donde el protagonista tiene 12 años había encontrado sentimientos y emociones compartidas. Me emocionó. Otras dos muchachas, menos atrevidas, le hicieron a mi hijo comentarios parecidos.
Que un público adulto me hiciera llegar comentarios elogiosos era algo para agradecer: el libro es una fábula sobre la vida y sobre la esperanza más allá de la muerte y para aquellos que se acercan a ese último viaje el libro les colma de expectativas felices.
¿Pero qué podía aportar a los niños?
Creo que ellos poseen la inocencia, perdida ya para muchos adultos, de creer en un cielo, de creer en los seres de luz, pero también en las tinieblas y en los ángeles caídos. Y que la emoción que los niños sienten también es más pura, más limpia porque poseen el tesoro de la imaginación más libre.
Creo que con este libro conseguí una obra dirigida a toda la familia donde cada generación puede extraer valiosos mensajes para reconocer a esta vida como el mejor de los viajes y el más allá como un destino final justo y hermoso. Cuando, en una de las múltiples presentaciones de este libro en Barcelona se me acercaron diversas personas para agradecerme la escritura de “Llamadas” que tanto les había ayudado en la muerte, siempre dolorosa y reciente de sus seres queridos, supe que mi trabajo había concluido y que ya era momento de dejarle volar, de sumar lectores, de traducirlo a otras lenguas y de brindar al lector esa ayuda, esa fe, esa esperanza que el vivir de cada día menosprecia y agota y que necesitamos como el más pequeño y frágil rayo de luz.
Que así sea.
Nota: en estos momentos procedo a la escritura dramatúrgica de LLamadas desde el celo en clave musical atendiendo la petición recibida desde Sao Poalo esperando que en el año 2021 o 2022 pueda estrenarse allá
CRÍTICA EN CATALÁ :http://anarllegint.blogspot.com/2019/11/324-trucades-des-del-cel-de-jordi-folck.html
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