Ya de pequeño babeaba, literalmente, con los libros de la editorial LA GALERA sobre todo con aquellos que llevaban impresa en la portada ” Premi Folch i Torres de novel·la “
Había un Folck escritor que no era yo al que conocía por sus historias ejemplares y por un clásico como Les Aventures de Massagran, o sus “Pastorets” Josep Maria Folch i Torres, uno de los grandes escritores de la historia de la literatura catalana para chicos y jóvenes (1880-19590).
Y llamarme Folch (Folck es nombre de pluma) me daba alas al hecho de que un día pudiera ganar yo ese premio. Me gustaba que aquel premio llevara mi apellido y me decía, de pequeño, que tenía que ser muy importante ganarlo.
En cierta ocasión almorzando con Josep Manel Rafí de la editorial Barcanova me hizo ver que ¿ por qué no probaba suerte, de nuevo, con los libros infantiles que ya tanta suerte me habían dado? ¿Por qué no dejaba la literatura juvenil, por un tiempo, y experimentaba con registros más sencillos?
Volví a mi casa con una idea rondando en mi cabeza : ¿Qué pasaría si, llegada la Navidad, un muchacho, Pedro, recibía una carta de su abuelo ya fallecido invitándolo a visitarle bajo las lápidas del cementerio? Eso me recordó la historia de Pedro sin miedo -de ahí el nombre de Pedro- del chico sin miedo que se atrevía con todo hasta conocerlo.
Fue entonces que escribí EL ABUELO CALAVERA Y YO del que hablaré en otro post: un aventura trepidante donde Pedro se reencuentra con su abuelo en el inframundo y cómo, al descubrirse que es humano tiene que huir de la malvada Tarántula, una bruja de mal agüero. La novela terminaba cuando el abuelo Calavera le entregaba a Pedro un libro de conjuros que había pertenecido la vieja Tarántula, finalmente derrotada.
Cuando terminé el libro me di cuenta que tenía buenos personajes y decidí construir una continuación independiente con el siguuiente argumento
SINOPSIS
Cuando Pedro Badía, el día después de Reyes, ve como un compañero de la escuela le rompe uno de sus juguetes de Reyes
decide vengarse haciendo uso de un viejo libraco de hechizos que había sido de su abuelo. Con sólo unas palabras
lanzadas al viento es capaz de conseguir que lluevan peces, que las vacas vuelen, dejar mudo a alguien
o devolver la vida a los muertos.
Pero la vieja Lagartija, la última de una peligrosa estirpe de brujas y hermana de la Tarántula también codicia el libro y estará
dispuesta a todo lo humano e inhumano para conseguirlo. Así, en un pueblo donde no pasa nada…
calaveras y humanos se encontrarán tarde i tempranoen un una pequeña guerra para la que nadie está preparado
Resultó fácil escribirlo en apenas una semana llevado por el entusiasmo, por cierto éxtasis de la diversión. Casi como un truco de magia, pero sin truco, las horas se deslizaron veloces. Partía de un hecho real: mi padre, de regreso de Alemania, donde trabajó un tiempo me trajo un coche policía de jugeute con mando a distancia, una novedad en aquellos años 60. Había un hombrecito de goma sentado al volante y una sirena que sonaba de maravilla. Mi hermano Josep Maria se sentó encima de él, solo dos días después, y quemó su pequeño motor. Recuperé esa idea para escrubir una historia de venganza y perdón :la de un niño al que para vengarse de un amigo de la escuela que le estropea el coche retoma un libro de conjuros y, por error, acaba matándole. El paso siguiente era resucitarlo cosa que logra no sin esfuerzos. A todo ello la Lagartija, hermana de la Tarántula complicará las cosas.
La historia era una “ida de olla” que mezclaba la comedia fantástica con el terror: en ningún libro para público infantil aparecía el asesinato de un niño, por una fórmula mágica mal interpretada y su posterior resurrección. Creo que fue esa locura, presente también en otros libros míos, lo que convenció al jurado de premiarlo con el ansiado Folch i Torres de novela 2011 y sus 7000 euros.
“Libro de Conjuros de la Vieja Tarántula” fue mi decimonovena novela publicada y la primero en aparecer de una saga de la que solo han aparecido tres títulos pero con la intención de continuar. La saga es un homenaje al cineasta Tim Burton y al ilustrador Edgard Gorey en sus creaciones fantásticas.
Curiosamente mandé ese segundo título de la trilogía (porque resultaba más intenso que el primero) al Premio Folch i Torres de novela en el año 2011 que, como ya dije, gané. Cuando me comunicaron por teléfono -despues de haberlo perdido en otras ocasiones- me encontraba en el descanso de clases de creatividad en la URV. Para mí fue muy difícil continuar la clase guardando ese secreto que iba a desvelarse en la entrega de premios mes y medio después y que iba a presidir en aquel entonces el Muy Honorable Jordi Pujol.
Bajo una comedia fantástica disparatada pretendía recupertar el mundo de la mal llamadas brujas, mujeres que murieron a manos de hombres inquisitivos y que solo en Catalunya supuso 400 ejecuciones mientras que entre los años de cosechas y heladas de 1617 a 1622 fueron más de 110.000 los procesos y entre 40.000- 60.000 las ejecuciones de brujas en Europa, tema al que volvería este 2020 con un libro de pronta publicación.
El libro era también una la eterna lucha del bien y del mal, esta vez en una aldea catalana donde, como dice el protagonista, “no pasa nada”. Era un historia de magia, de hechizos a la luz de la luna, de brujería, de hierbas medicinales en el trasfondo de la amistad, la lealtad, la justicia, la responsabilidad pero también la educación medioambiental, la educación para la convivencia y para la paz.
Para la historia escribí varias canciones:
Cielo de invierno lluvia y viento
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