(Sigue del anterior)
Inicié la pasada semana una recopilación de SMS y de cartas que, en el mundo real, mandé a quién nunca las pidió. Que me beneficiaria o no del amor a cambio de esas letras es otro asunto. No escribí para ser amado y sí por necesidad expresiva, para sujetarme a un papel blanco que eran mis alas y mi trozo de tierra por labrar. Solo confieso haber vivido en la inmensidad del amor que expresé con mis brazos, mis besos, mi cuerpo entero de lo que ahora ya solo queda el esqueleto de una escritura. Añado nuevos sms, serenos o agitados cuando el silencio al otro lado, es infernal.
Pertenecen al año 2000 y 2001 a los que me asomo rápido pero con ganas de cerrar la puerta.
SMS
13. Busco tus ojos para que iluminen mi noche pero no los hallo; persigo el perfume de tu cuerpo pero mi lecho está frío y sin memoria. Busco tus labios, un emisario de amor, pero solo hallo palabras sin aliento entre mis sábanas. Adónde te has ido?
14. Le pido a Dios que me deje ser tu ángel, que mi aliento te dé alas para volar y llegar donde quieras, hacer de la tierra un cielo, de la vida un paraíso. ¿Querrás volar conmigo?
15.Te mando un abrazo grueso como un edredón que te guardé. Si con un beso largo, si yaciendo contigo, entre tus brazos, pudiera arrebatarte ese virus que te obliga a estar postrado lo haría al instante, feliz por tener algo tuyo. Que nada malo puede nacer de ti. Te extraño, hermosa criatura de dos. El y yo te cuidaremos.
16. Nunca me quites besos o abrazos. Abrazarte, besarte es como tocar la arena después de una larga travesia a nado. Cuando tu y yo somos una isla a la que solo pueden llegar vientos y gaviotas. Te quiero.
17. Si, ya sé que no te alteran ni te ilusionan mis palabras. Por eso sujeté su vuelo. Solo quería que supieras que te echo de menos.
18. Si pensara en ti los 1400 minutos del día sería un loco.
¿Cuántos son necesarios para ser considerado cuerdo?
¿Cinco para el amigo?
¿Diez para los padres?
¿Quince para los hijos?
Dime…
19. Cuando se quiere a a alguien el tempo deja de tener razón porque el corazón no es un reloj humano. Si nadie mide sus latidos… que a nadie importe cuanto tiempo pienso en ti. Te quiero y esa es mi única cordura.
20. ¿Sabes? Tengo dos hijos que son mi tabla de salvación. De no ser por ellos, en noches así, yo arrojaría la toalla. ¿Por qué alguien como yo, a todas luces un ser extraordinario, debe ir dando tumbos por la vida pidiendo migajas y amor en la puerta equivocada? ¿Qué lección no aprendí aún? ¿Cuál es el plan de Dios? Me aterroriza pensar que no haya plan.
21. Nunca beses a quien no puedas besar mil veces. No me merecía esto. No sabes qué hay en mi corazón. A los cuarenta todo duele el doble. Dejo atrás una noche que no te deseo ni a ti. Amar es perdonar. Si para ti todo eso son vainas, locuras… para mi es dolor e incertidumbre. Ya en el tren huyendo hacia adelante.
22. Cada minuto contigo es irrepetible,
Cada minuto sin ti, un minuto perdido
Por eso estoy celoso de los minutos que tus amigos te roban
Porque quisiera ganarle a la eternidad
Todos aquellos minutos que va a robarme de ti
23. Carta breve
Me dicen que para olvidar el dolor escriba. Para mí. Que olvide acentos y construcciones y errores tipográficos y escriba. La única forma de no pensar en nadie.
Aporrear las teclas del ordenador portátil: el ruido monótono de plástico de las teclas, arritmias cardíacas. Pero pienso en él. Puedo notar ese dolor. Su ausencia. El abrazo helado de quien no está pero que estaba. Su voz. Sus abrazos, su piel pegada a la mía. Y que ahora se adherirá a otra buscando esa comunión que el amor, o el sexo te regala.
Hay un grito interior que resuena una y otra vez: un largo solo de un violín de una sola nota que se clava en tu alma, la única nota que es capaz de llenar tu vacío. Ni la música, ni el teléfono, las conversaciones con los amigos, el “hola, cómo estás de tu gente”, de tu casa te ocupa: son rudos intrumentos para matar el tiempo. ¿Por qué el amor ha de terminar, devastador, atroz, cruel? Solo la muerte es capaz de borrar los vestigios, los recuerdos de alguien que no está ni estará contigo por mucho que le llores, por mucho que le pienses, por mucho que le desees, por mucho que le reces. Los santos no saben de historias de amor de hombres. Ni Dios. ¿Entonces, por qué?
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