Del post anterior agradezco los emails, mensajes, whats y notas en mis redes dándome la razón o poniendo comillas inteligentes.
Dicho lo cual, ¿cómo seguimos escribiendo en catalán si no salen la cuentas? ¿Y cómo no nos damos cuenta de eso? ¿Hay que renunciar a escribir en la lengua de nuestros padres ? ¿Hay que pasarse al castellano y a sus 400 millones de hispanohablantes? ¡NO!
¿A qué categoría pertenece?
¿Entonces? Si uno asume que escribiendo en catalán nunca estará invitado a las ferias internacionales ni tendrá conferencias generosamente pagadas,ni saldrá en los medios de comunicación, ni se le considerará un profesional de la escritura porque no aparece en ningún lugar. ni será NADA en la vida (apenas unas líneas mal negociadas en la Viquipedia) ¿qué hacer si uno quiere ganar dinero únicamente de eso y ser considerado profesional?…
- Posiblemente una de las opciones es escribir directamente en inglés como Edgar Cantero (1981), el chaval de Gracia que aparece regularmente con sus bestsellers en el New Yok Times (y eso que su inglés no era muy bueno como me cuentan en la Librería Byron).
- Convertirse en un autor mediático donde lo que importa es la jeta y no la calidad del libro: hablamos de Andreu Buenafuente, hablamos de Martí Gironell, hablamos de Xavier Bosch, tres ex-presentadores de televisión que escriben libros como podrian vender latas de atún porque han consolidado la marca personal y donde la calidad de sus historias es lo de menos. (También Albert Om que amenazaba con volver y lo ha hecho). Y hasta ganan premios.
- Convertirse en un influencer, ganar seguidores reales, falsos o comprados donde, como en el caso anterior, lo que importa es la portada del libro y el nombre: cada año aparecen nuevos escritores a quienes les escriben los libros porque cada año ascienden al universo de la estupidez nuev@s adolescentes que son l@s que hacen cola junto a sus papás que así se limpian la mala consciencia de no saber nada de libros ni de lo que ocurre en el aula de su vástago: Elizabeth Benavente a la cabeza o la pornografía literaria.
- Escribir, literalmente, mierda que nadie va a percibir como tal. Pero eso hágalo en español. Hay demasiada inteligencia en nuestro pequeño país para que se publique mierda. Y pocos libros catalanes de ahora se me han caído de las manos. Sin embargo -nada tiene que ver con la política- solo puede entenderse el éxito millonario de Javier Castillo (que encima ni sabe hablar) o de Megan Maxwell (que se llama Carmen) que arrastra legiones de fans (y cuyo único libro que un mal amigo me regaló tengo como cuña en un macetero que perdió una rueda) en un país, España, que enloquece por las mierdas de Rociito. De hecho, de este viernes 18 de junio tengo datos que confirman la mediocridad, la banalidad mayor que impera en España. Publicado en twitter por @Dos30TV. El ranking de las cadenas más vistas fue:
- Telecinco con el 15’8 %
- Antena 3 con el 14’2
- Las sextaTv con el 7’9
- Cuatro con 7’5%
- La1 TVE 7’2
- No aparece la 2 de TVE que es la cadena cultural con programas como El cazador de cerebros (neurociencia), Página 2 (libros), Atención Obras (Teatro) , Días de cine etc etc. Gana Telecinco. No hay más palabras, Señoría (me gustaría que alguien estableciera la relación entre los votantes de Vox y esta cadena televisiva, pero esto es solo una sospecha).
Dicho lo cual el escritor catalán que no pertenezca a ninguna de estas categorías lo tiene mal o francamente mal.
Los grandes y los demás
Y aún así, sí hay escritores catalanes vivos que cuentan desde entre 15 hasta 30 traducciones: Jaume Cabré, Victor del Árbol, Carme Riera, Albert Sánchez Piñol, Jordi Sierra y Fabra con sus 450 libros (o más) Pero dudo de que otros grandes logren ganarse la vida solo con sus libros: hablamos de Alejandro Palomas (también traductor) , del profesor Victor Garcia Tur (Premi Sant Jordi 2020) o Miquel Martin (1969) cuya “La Drecera” logró, sacar de un tirón diez ediciones de golpe, ni el gran Antoni Pladevall que es profesor en la universidad, ni Lucía Ramis, que colabora en La Vanguardia, ni Milena Busquets (a pesar de que escribe en castellano y la traducen) ni Rodolfo del Hoyo, que hasta su jubilación era técnico de cultura en el Ayuntamiento de Santa Coloma… ni el periodista Jordi Nopca. Porque ganar un premio como el Sant Jordi (García Tur) y sus 60.000 euros te dará dos años de vida pero, ¿y después qué? Ningún premio le salva la vida a nadie.
En efecto, sin traducciones -y sigue siendo muy difícil que te traduzcan- un escritor muere en el país que le vio nacer sin demasiadas alegrías.
La mayoría de escritores se conforman con navegar en los mundos de la literatura compartida con otros quehaceres lo que significa que su falta de dedicación nos roba la posibilidad de leerlos con mayor frecuencia. Es el caso de Joan Cavallé (y ese bellísimo Les benaurances) , de Lolita Bosch que colabora en radio, prensa y televisión, de Maite Carranza, la flamante presidenta de l’associació Escrivim con el magisterio, de Marc Artigau con la dramaturgia, de Jordi Cervera con la radio, de Laia Aguilar, en el mundo del guión, de Muriel Villanueva (con Semiidèntic tocó el cielo) con sus talleres y residencias de escritura creativa, o Elena O’Callaghan con sus sesiones de coaching. O sea el escritor catalán se pasará la vida reinventándose para sufrir menos. Porque encima, como informaba el Diari Ara hace solo 5 días: uno de cada dos aspirantes a docente no tiene el nivel y ni recuerdan qué leyeron en bachillerato…
https://www.ara.cat/especials/portadaaportada/portada-diari-ara-2021-maig-dijous-27_1_4020581.html
Y hace dos días aparecía un libro donde “Salvar el catalán puede ser así de fácil” :
https://www.ara.cat/cultura/salvar-catala-pot-aixi-facil_130_4020868.html
Y todos, absolutamente todos tendrán que dejar su manuscrito, cada día para dedicarse a las redes, a formar audiencia (como escribe Antonio Adsuar, fundador de Libroensayo, blogero y profesor de secundaria) para existir o creerlo, y abrir cuentas como en mi caso en Linkedin, Instagram, Facebook, Twiter, TikTok (sí también… 20 seguidores) Youtube (2500 ) WordXpress,…X
De ahí que la televisiva Sandra Berneda quedara finalista con el Planeta con sus 591.000 seguidores en instagram…
Pero es que en España las cosas tampoco andan mejor. En el fondo es la falta de soporte ibérico al teatro, a la creación (al Ministro de Cultura ni se le conoce) . En Días de Cine este viernes aparecía el presidente de AISGE ( ACTORES E INTÉRPRETES, SOCIEDAD DE GESTIÓN DE ESPAÑA, el actor Emilio Gutiérrez Caba advirtiendo que solo un 8% de los actores españoles pueden vivir de su trabajo y nunca por encima del sueldo mensual de 1200 euros.
La muerte del artista
Señores y señoras… ¿qué mierda de país es este que condena a los creadores a vivir bajo la dependencia de cónyuges, familiares o amigos de sofá, personas que escucharon su voz interior y quisieron cumplir sus sueños… mientras el resto mira hacia otro lado? No se alarmen, en EEUU el problema crece, como crece la competencia en los escenarios, en las librerías y en el andén del metro. Porque el problema de los creadores, como se desprende, insisto, en el magnífico estudio La Muerte del Artista que sigo devorando es mundial. Porque todos, abolutamente todos esperamos ese golpe de suerte (palabras de Joan Cavallé) que NUNCA LLEGA, o llega tarde como le ocurrió a Roberto Bolaño que se murió antes de su gloria inmortal.
La Cultura en Catalunya y en España es la cenicienta polvorienta a la que se pide que brille y de esplendor pero a la que mantienen en harapos no sea que la inteligencia del lector crezca y desbanque a diputados, consejeros, presidentes, ministros, asesores… porque como dijo el gran ladrón de Chávez ” a los pobres hay que mantenerlos pobres, pero con esperanza, porque son los que votan”. Pobres de bolsillo, pobres de ideas, no sea que piensen demasiado . Y ahí está el éxito de la Rociito y de la Esteban que vendió 100.000 ejemplares de su libro, más que Mario Vargas Llosa : https://www.elcomercio.es/gente-estilo/201604/08/belen-esteban-vende-libros-20160408231241.html
¿Cuál es la solución al problema de los creadores y en lo que nos atañe de los escritores catalanes?
No hay renovación de escritores. La asociación Escrivim cuenta con 50 miembros, el más joven del cual cuenta con 42 años, Martín Piñol y median los de 60. No aparecen, aquí, nuevos escritores jóvenes. Ruben Montañá (1983) o Arturo Padilla (1989) son, tal vez, los últimos de Filipinas . O Pol Guasch y Xavier Mas Craviotto en literatura adulta. Porque escribir en catalán no sale a cuenta. Y no lo será hasta que las administraciones se mojen ampliando las ayudas a la creación, con becas a fondo perdido, con capital para aumentar el número de traducciones y charlas en centros educativos. Y no será hasta que la ciudadanía apueste por la literatura Km.0, por la gente de aquí. Lo mismo con la editoriales que caen en demasiadas traducciones, como si aquí no hubiera un valor inmenso.
Y que imiten a Noruega, de cinco millones de habitantes, donde protegen al tesoro nacional que son los escritores con ayudas mensuales a cambio de creación pura y dura y con el iva 0 para el libro. Son 25.000 euros anuales. Es la compra para bibliotecas del 85% de títulos de ficción y 1550 de cada título de lij (en tiradas de 2500). Y préstamos bibliotecarios por copias privadas. Y fiscalidad bonificada… Y…
Así sí se da alas, así si se firma por un estado cultural que financia el Estado porque allí no desean verse rodeados de ignorantes, de estúpidos, de telecinqueros o telecin-ceros (que sí, mal chiste, viene de “0”) .
Por mi parte, a pesar de mis tres novelas a punto de salir al mercado, me apunté a las prueba de catalán C2 y aspiro a un puesto tardío de profesor de literatura y, tal vez, a ir aparcando mi arte, no porque no lo necesite, sino porque no me gusta predicar en el desierto , ir a contracorriente, ser menospreciado, olvidado, nunguneado, a pesar de todas mis ventas, (de mis 30 títulos y mis premios y mis 70 charlas anuales ), como todos los escritores a los que se nos dio un don, cuando la sensibilidad, la imaginación el arte,la cultura han dejado de ser de recibo en un país de brutos.
Gracias
Nota Final: me fui a dar una vuelta y entré en la FNAC. Entre los libros de Michael Ende y Cornelia Funke… nada. Ninguno de mis 30 libros.
¿Lo comprenden, verdad?
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