Falté a mi cita el pasado fin de semana. Quería continuar hablando de Herta Frankel, esa marionetista que convirtió a mi niñez en una época creativa pero por razones diversas pospuse ese encuentro. De hecho solo me bastaba por decir que ahora la obra de Herta Frankel pervive en el Marionetarium de Montjuich en Barcelona con algunas de las figuras más emblemáticas en la vida de la marionetista austriaca y con actauciones de su compañía cada día.
Prefiero entonces iniciar otro tema a raíz de dos hechos que ocurrieron esta pasada semana. Me vino a la cabeza el tíitulo de “Algunos hombres buenos” para iniciar otro tema.
Classe, la obra de teatro de la Villarroel
Asistí a una de las funciones de la obra de teatro CLASE e en la sala Villarroel protagonizada que el prolífico Pol López con Pau Roca y Carlota Olcina.
Sinopsis de CLASE
El hijo de Sarah y Brian tiene 9 años. Su maestro dice que le cuesta aprender, que le podría ir bien ir a un psicólogo. Pero Brian y Sarah – que se acaban de separar- no tienen buenos recuerdos de la escuela, ni de los profesores.
Un encuentro entre padres y profesor que nos muestra una triple confrontación divertida y penetrante donde chocan las diferencias de clase, los retos del mundo educativo y las dificultades a la hora de relacionarnos: en la escuela, en la pareja, en la familia.
La pieza trata de la relación de un maestro de escuela de primaria y los padres de un niño qua acuden a la escuela a pedir explicaciones al maestro. Lo que en un principio parece una relación cordial acaba convirtiéndose en una telaraña de reproches, de insultos, de odios soterrados, de incomprensiones, de exigencias por parte de los padres.
Mal que me pese de algún tiempo a esta parte los malos son los padres, por mucho que me cueste decirlo. La obra es una denuncia de los padres-helicóptero, los así llamados super-protectores que protegen/cuidan/anulan hasta asfixiar a su prole.
Antaño el maestro siempre tenía razón y el padre le aplaudía y le conminaba a que fuera duro con sus descendientes si eso era necesario. Ahora son los padres los que tienen la razón y los maestros los que tienen que acatar sus órdenes por absurdas que estas sean.
Antes los padres aceptaban que el maestro propulsara a su hijo/a una bofetada si era necesario. Ahora son los padres los que pegan al maestro. Y por haberlos hay casos que aparecen regularmente en las redes sociales.
Se perdió la veneración y el respeto al maestro que es ahora, en muchos casos, una marioneta en manos de quién siempre tiene razón
Estoy usando un genérico peligroso y me consta que hay padres excepcionales en todos los lugares y que el texto de Iseult Golden i David Horan a recoge solo el caso de unos padres de baja extracción social, sin cultura ni educación que se reparten la custodia del hijo cómo quién comparte unas monedas.
Nadie es un zombi o los padres zombis
Cuando pensaba que era un caso aislado me ocurrió algo que me hizo pensar que andamos todos bastante perdidos. Escribo este post cuando tiene lugar en el teatro Regina de Barcelona la representación de mi obra “Nadie es un zombi, el musical social e indiano” que trata del bullying y del valor de la amistad. Fui con el escritor Humberto Balcázar a la salida del teatro a colocar una mesa con libros de la obra publicada por Barcanova y Anaya sabiendo que muchos espectadores querrían después de ver la obra leer el libro. Se vendieron seis lo que entre un público de 100 espectadores resulta paupérrimo.
Pero lo más curioso sucedió cuando un niño le pidió a su padre que le comprara el libro a lo que contestó:
-Si ya viste la obra ¿para qué vas a leer el libro?
En otro caso un niño de unos siete años le pidió a su madre que le comprara el libro a lo que ella respondió que con qué dinero, que ella no tenía.
A los padres que impiden la cultura sus hijos deberían darle algunos azotes. Después se quejan de que sus hijos no son lectores o que gastan su dinero en inutilidades.
No muy lejano en el tiempo me llega el recuerdo de esa niña estúpida en la librería Isabel de Bellart en Cambrils que ante dos libros, uno de los cuáles era mío, eligió el otro que estaba en la caja de devoluciones por su mala calidad. Si el lector quiere recordar ese post le invito a que se divierta o llore leyéndolo.
https://jordifolck.xyz/creadores/literatura-basura/
Y tampoco tan lejana, una conversación con mi amigo Lluís, árbitro de fútbol alevín (10–11 años) que me narraba, con desasosiego, los cabreos de los padres cuando ven a sus hijos fallar una pelota, cuando todos esperan y desean que sus hijos sean Messi y les saque de sus miserias: algunos logran que sus hijos odien el fútbol.
¿Qué le pasa a los padres que se convirtieron de repente en pseudohéroes protectores de sus hijos a los que amordazan bajo serias intenciones de saber qué les conviene y de cortar sus alas, de dirigir su libertad, de exigir, de creer que lo que es válido para ellos también lo es para sus hijos, que sus pasiones, sus deseos y esperanzas fallidas deben ser resarcidas por ellos?
Hoy vuelvo al teatro . Voy a agudizar de nuevo el oído con la esperanza de encontrar, que los hay a miles, a esos padres que sí escuchan a sus hijos, que les tienen en cuenta, que potencian su creatividad, que favorecen su cultura, que compran libros… En el fondo se dirá… tampoco eran tan malos esos padres cuando llevaron a sus hijos al teatro… Y posiblemente tengan razón. Pero me duele que a un niño que lo desea se le niegue un libro que quedará en su librería fomentando su biblioteca personal. Porque es ese libro y ese título los que van a quedar en su memoria más que una representación de hora y media borrada con los años, mientras ese libro de papel permanecerá.
Leamos todos, por favor. Que los niños descubran el placer de la lectura antes de que las tecnologías se lo arrebaten.
Gracias
Nota añadida 30 abril
Me levanto con una notícia o Bienvenidos a la selva
https://www.elperiodico.com/es/sociedad/20210429/alumno-ataca-maestra-vidreres-navaja-11690013
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