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FELIZ AÑO NUEVO, A LOS VIVOS

By Jordi Folck
03/01/2021
FELIZ AÑO NUEVO

Este año que murió será recordado como uno de los peores, si no el peor, de nuestra existencia. Cuando revisas viejas películas de Hollywood y ves a Bing Crosby y a Danny Kane cantando en White Christmas te das cuenta de que ellos nunca conocieron la mascarillas quirúrgicas como una nueva “prenda” que algunos convirtieron en moda y en regalo de Navidad  ni a la gripe española de 1917 porque aún no había nacido. Y que con sus alegrias y tristezas se fueron de este mundo sin saber que en el XXI llegaría un virus que mataría de manera silenciosa e invisible. Más de 50.000 muertos en España nos descubren una realidad con la que ni Edgar Allan Poe, ni Mary Shelley, ni Nathaniel Hawthorne,  Stephen King, o Clive Baker podían ni tan siquiera haber imaginado…

Cuando muchos se quejaban de que los restaurantes estaban cerrados  por fin de año y que no les era posible reunirse y despedirlo a lo grande  les diría que esa noche había más de cincuenta mil familias llorando a  los suyos  de los que, muchos, ni pudieron despedirse. Nada a celebrar. Y es que a personas que iban a vivir todavía algunos años  les robaron el calendario mientras dormían sin saber que ya no estaban aquí. Para ellos se iban los días de la semana, los meses, los rostros de las personas amadas,  sus películas y sus series, sus libros, su cuarto de estar, sus recuerdos. No hay año  nuevo ni viejo para ellos. No están y ni tan siquiera saben que estuvieron. Los años nuevos  se inventaron para los vivos. 

Los Muertos

Toda esa reflexión viene a cuento por haber leído uno de los cuentos más tristes pero hermosos de James Joyce que John Huston convirtió en cine y en su úlima película: Los Muertos (del libro los Dublineses). Dos hermanas  celebran en Dublín una cena de Epifanía  entre bailes, notas del piano, recuerdos del pasado… pero la escena cumbre es cuando la esposa de Gabriel (Angelica Huston) escucha El lamento de Aughrim que le devuelve al recuerdo de un muchacho que murió a los diecisiete años de amor (“murió por mi”) y que termina con unas bellísimas palabras:

Leves toques en el vidrio lo hicieron volverse hacia la ventana. De nuevo nevaba. Soñoliento, vio cómo los copos, de plata y de sombras, caían oblicuos hacia las luces. Había llegado la hora de variar su rumbo al Poniente. Sí, los diarios estaban en lo cierto: nevaba en toda Irlanda. Caía nieve en cada zona de la oscura planicie central y en las colinas calvas, caía suave sobre el mégano de Allen y, más al Oeste, suave caía sobre las sombrías, sediciosas aguas de Shannon. Caía así en todo el desolado cementerio de la loma donde yacía Michael Furey, muerto. Reposaba, espesa, al azar, sobre una cruz corva y sobre una losa, sobre las lanzas de la cancela y sobre las espinas yermas. Su alma caía lenta en la duermevela al oír caer la nieve leve sobre el universo y caer leve la nieve, como el descenso de su último ocaso, sobre todos los vivos y sobre los muertos.

https://www.youtube.com/watch?v=I1CP5Lz2iHE

Ves el film y sabes que la mayoría de los actores de la película ya se fueron y que, en el lado de las sombras ni recuerdan que  allí estuvieron convirtiéndose en fantasmas eternos.  

Surge ahora  un Carpe Diem necesario, urgente y necesario en tiempos de privaciones, de confinamientos, de penurias,  de muerte para que , antes de alcanzar las sombras, vivamos con la intensidad y la belleza que un día ni serán recuerdo. 

Soul

Acabo de ver Soul de Pixar sobre la vida y la muerte  y la necesidad de disfrutar de la vida más allá de nuestras intenciones o propósitos. De la urgencia de convertir cada momento en algo único. Y de hacerlo a pesar de que en la vida corran por el mundo seres que murieron hace tiempo, sin saberlo. Seres que no se permiten alegrías, que creen que ellos estan al lado de lo que está bien y el resto estamos en lo que está mal.  Hallaríamos alli muchos políticos que se pudrieron en su poltrona de diputado , a intelectuales embebecidos de soberbia,  a empresarios que viven aún en tiempos de Charles Dickens, vecinos de Mister Scrooge insalvables,  estudiantes hijos de papá que desconocen la palabra ” esfuerzo” y sí la tiranía de su mediocridad pero tambien, fontaneros, electricistas, padres de  familia…

Ocurrió en la mañana del primero de año. Celebré con mi pareja y  dos amigos a los que vemos muy a menudo, tanto que ya forman parte de nuestra burbuja la despedida de año, Para decorar la casa H. compró unos manteles para la mesa que no fueron manteles y que resultaron, al final,  cortinas de flecos dorados y negros… que acabé colocando en dos de nuestras puertas entre pasillos. ¿Se trataba  de un homenaje a Mamma Mia? Tal vez, teniendo en cuenta que mi traje “chicle” combinaba con la locura de fin de año reducida al ámbito familiar.

La idea se me ocurrió a primera hora. Descolgué una de las cortinas sujeta con una tira adhesiva al marco de la puerta y la cogué en el  interior del ascensor de la comunidad. Así cuando se abrían las puertas metálicas  aparecía esa cortina como una invitación a la fiesta, a la risa, a la complicidad, com una puerta alegre y vistosa al nuevo año.

Coincidí con varios vecinos en el ascensor sin confesar que había pertrechado esa travesura. Se reían (yo interiormente) cuando con sus dos manos apartaban la cortina para abandonar el ascensor entre la curiosidad, la complicidad y la más viva de la alegrías.

Pero llegaron los muertos, los que teniendo vida la sacrificaron para mantener el orden de lo correcto, de lo que está bien, los que mataron a su alegría, los que no leen ( y pueden) los anti-creativos: los que en vez de descubir un mensaje se simpatía y afecto, de diversión, vieron una gamberrada. Si yo hubiera tenido niños pequeños les habría sacado de la casa para para que viajaran en ascensor , para que vieran que otro mundo de fantasía es posible y que detrás de esa cortinas circenses todo puede ocurrir. Y a las dos horas de ese ascensor feliz un muerto  viviente quitó el cortinaje espléndido y lo lanzó a la papelera de la comunidad, bajo los buzones, en el vestíbulo, papelera  que acoge propaganda política, anuncios de rebajas  o invitaciones a ver el mundo con otros ojos…

A esos muertos no puedo desearles feliz año nuevo porque aún vivos, son inservibles para mi mundo.

Los muertos duermen tranquilos. Otros muertos deambulan perezosos, aburridos para que la humanidad sea más infeliz porque creen que el color que mejor les sienta es el gris sin ver que ellos, desde  hace ya tiempo, visten de negro porque negra es su alma y negro su nicho.

Entonces, feliz año nuevo, a los vivos. Corramos un tupido velo -frase hecha-  antes los muertos que aún patean y celebremos la vida  con sonrisas contagiosas, con abrazos -cuando podamos- con amor al próximo y con la mejor medicina que nos libera del mundo: la creatividad o la capacidad  y el ingenio de ver el mundo de una forma distinta y mejor.

Lo mejor para mis lectores y los suyos.

3 enero 2020

(Foto publicada en mi cuenta de Instagram, (jordifolck)

JORDI FOLCK

 

 

 

 

 

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