Lo dicho, dicho está: en mis clases de creatividad publicitaria estoy harto de escuchar a mis alumnos de 22 años que me dicen “perdone, pero yo no soy creativo/a”. Supongo que me piden perdón porque lo que están diciendo es una barrabasada mayúscula. Es como si me dijeran: “no tengo sangre en las venas porque no tengo corazón”. O sea: imposible. También es posible que tengan las facultades mentales muy mermadas y al descubrir tantas faltas de ortografía en sus escritos, sería muy posible.
Y perdonen mi agresividad pero es que así, de una vez por todas, dejo claro que todos somos creativos, que el resto son unos perezosos de mierda, frase que suelto en clase cuando ya uno llega al límite de veces que escucha en clase lo de “yo no soy creativo”. Coge aire y aguanta.
Pereza y soberbia de la ignorancia, dos de los pecados capitales reunidos en uno: ojalá fueran otros los pecados: avaricia por saber, lujuria por el deseo de aprender, gula por … sí, aprender pero es que los jóvenes de ahora ya nacen sabidos y el resto no les importa.
El problema es la inmediatez: los jóvenes lo quieren todo ya; perdieron su paciencia. tanto que chicos y chicas abandonan sus relaciones amorosas por whatsapp porqué es más cómodo y rápido. Yo te bloqueo y adiós, hasta la próxima víctima. Hacen zapping entre canales de youtube y de televisión, de whatsapps y entre las bibliografías de las universidades que leen poco o mal o no leen. Y no voy a contar batallitas perdidas porque hablo desde mi experiencia de docente en ya más de 10 años ( empecé en el 2006 en la UB)
Y esa prisa por llegar a ninguna parte (Fernando Fernán Gómez tenía razón en su “Viaje a ninguna parte” sobre el periplo de cómicos de la legua en la España profunda) significa que se quedan en terreno muerto. Escribió Conan Doyle: “Lo invisible se hace visible si se está buscando” como ya he contado en varias ocasiones. O que la creatividad necesita el chup chup del buen caldo de pescado. Necesitas horas y, a veces días, para que llegue esa buena idea, el “insight” bendito que tanta falta hace para prosperar.
Me cuesta hablar de mí. Y cuando me preguntan a qué me dedico, dudo en la respuesta. No porqué sea una persona sin oficio ni beneficio sino porque tengo varios oficios, todos ellos hijos pródigos de la creatividad. Estudié periodismo en la UAB (1985-1989) seguí con la carrera de publicidad (UAB, 1987-1989) , un máster de escritura de guiones de cine y tv (UAB, 1995), una tesina doctoral premiada con un 10 en el 2012 y abandoné mi doctorado porqué algún majara del Gobierno tuvo la brillante idea de obligarnos a regresar a las aulas 3 años más y de pagar 3500 al año cuando mi tesis estaba casi acabada. Hablaba de generación de ideas en publicidad. Así que abandoné el barco que no voy a retomar. Estudié fotografía y me convertí en fotógrafo ( 2011- Institut d’Estudis Fotogràfics de Cat) estudié Interpretación (Escuela Xavier Gratacós de Barcelona) y me convertí en actor (serie de Tv3 y publicidad (la inicial) que encontrarán en youtube bajo el epígrafe de “anuncios publicitarios de jordi folck”. Estudié dramaturgia (Sala Becket) y estreno mi segunda obra en diciembre del 2017 (de cinco que tengo) en este caso, un musical: “Nadie es un zombi” basado en uno de mis libros, de los 25 publicados, entre los 9 premios literarios ganados. Como escritor he gozado de los mayores placeres del proceso creativo. Como docente universitario de escritura creativa, metodología de la actividad publicitaria, de creatividad publicitaria , de redacción en relaciones públicas /ESRP) he estado en la Escola Elisava, en la UIC, en la URV, en la UAB y alguna más. He dado conferencias en Puerto Rico, en Colombia, en Perú, en nuestra vecina Andorra y alguna más.
Alguno ha dicho que soy un genio y yo les digo que se equivocan, que solo soy un currante, alguien que apenas ve televisión pero que tengo una piedra mágica de lo maravilloso que se llama “disciplina” y otra que se llama “paciencia” y una más que se llama “disfrutar con lo que haces” y que, puesto así es super fácil. Que estas piedrecitas maravillosas las tenemos todos pero que pocos las buscan y menos las quieren. Así que uno con ganas puede vivir hasta siete vidas o más y que cuando llegue a la tumba se haya divertido como nadie aunque llegue hecho una piltrafa de la que sobrevive ese brillo encendido en los ojos de quien todo lo ha visto y que sigue queriendo ver. No soy ejemplo de nada. Lo que ocurre es que tengo muy claro que sumar enriquece y que restar empobrece. Que la mayoría de personas se quedan con una sola etiqueta porqué como ya he contado por activa y pasiva, la gente se conforma con ser solo “algo” o uno” y que la primera metedura de pata del género humano es cuando el papá y la mamá le preguntan a su vástago “¿Y tu qué quieres ser de mayor?” Y el niño y la niña responden “enfermera” o “maestra” o “jugador de fútbol” o “actor” o “ingeniero” o “modisto” “cocinero” o “funcionario del Estado” que también los hay de vagos. Y los papás que deberían enfadarse deberían responder “”¿solo una cosa?, ¿solo una actividad? ¿solo una profesión? En un mundo tan competitivo y cambiante, disperso, divergente, uno se enfrenta a una frustración vital permanente si elige solo “la cartera de …” cuando las profesiones que lleguen en 20 años aún no han sido inventadas. Así que a la pregunta el niño debería responder con dos o tres posibilidades, dos o tres carteras que manejar según le vaya la vida. Cuando no escribo, revelo en mi laboratorio y monto exposiciones o me voy de viaje y vendo las fotos, doy clases en algunos semestres y en otros no, voy a casting de actores o escribo este blog reciente, un vlog que empieza la semana que viene, en mis redes sociales, en el terrible whatsupp que odio al que estoy atado porqué los demás no pueden vivir sin él y miro que puedo hacer de más para reinventarme como profesional polifacético que todo ser humano es. Lo que pasa es que a mi me gusta lo de ser el hombre de las mil caras que todos somos mientras el 99% se queda con una sola cara. Por cierto, tampoco me sobra el dinero porque ya sabrán que muchos creen que la creatividad se regala y como ya he dicho escribir en catalán es autocondenarse a la miseria terrenal, a flagelarse a menos que seas mediático y escribas mierda y te la compren.
Porqué mira que hay gente ciega.. ¿echamos una mirada al quattrocento y al cinquecento italiano cuando era habitual compartir 4 o 5 profesiones?
¿Me permiten que se lo cuente/escriba mañana?
Son ustedes adorables
Foto propia: los mejores alumnos que he tenido jamás en la Escuela Superior de Relaciones Públicas de la UB en Barcelona. Al fondo, por si no me conocen, con parasol, por si llovía.
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