¡Hola! terrícolas. Ayer noche capté esa conversación que transcribo. Va de restaurantes. No sé que comió però llegó muerto de hambre. Yo me encerré en la habitación por si decidía probarme como bocado. Me refiero a Mick (¿Dick? ¿Nick?) el marciano que vive conmigo…
Cómo sé que aquí el extraterrestre amigo está para estudiarnos o algo parecido me propongo hacer lo mismo: fijar sus ritos y costumbres, sus procedimientos, sus idas y venidas. A veces me planteo si sacarle de dudas cuando malinterpreta aquello que ve de manera incorrecta: pensar que los castells son solo un grupo de gente que piensa en escapar por arriba es tronchante o que el culto a la naturaleza en las playas nudistas son una ceremonia de limpieza pública me llena de verguenza. Pero como no sé si el nuevo Klaatu piensa en destruirnos yo le dejo que nos estudie sin que dé pie con bola. Al fin y al cabo sus padres son unas reverendísimas personas. ¿Cómo iba a salirle un excéntrico radical a tan buenas personas? En el fondo parecemos más estúpidos y contra los estúpidos no puede (¿o si?) haber invasión. Lo digo porque si él y yo vivimos en paz también podemos vivir en paz seis millones de terrícolas y otros seis mil millones de marcianos. Claro que se plantea un problema de espacio… pero como estoy de vacaciones y no quiero darle mucho al coco (los deberes en septiembre) lo dejo aquí.
Buona sera a miei genitori e alla mia familia!
He leído tantas veces carteles con “Paela valenciana” que me he dicho, viendo las fotografías que podía estar buena. Hoy he visitado una trattoria (no, no viene de “tractores”) , una pizzería y un restaurante italiano que son lo mismo, un tres en uno pero solo pagas una vez. He aprendido que no es lo mismo pedir un plato de pasta que “ir corto de pasta” que significa corto de dinero o “estar hecho de buena pasta” que significa ser buena persona. Si vas corto de pasta o no te gusta la pasta no puedes ir a un italiano. Sí, si eres buena persona y das una buena propina. He comido tres platos: espagueti alla vongole, espagueti alla carbonara y espagueti para llevar. No tenían paela, por cierto. Al salir me han atracado. Querían la pasta o la vida y les he dado la pasta.
He visto que los fideos se escapan del tenedor como gusanos, que la pizza es como un platillo volante muy salado y los gnocchi son como un sobre sorpresa que lleva un regalo en su interior. No hay que hablar italiano para ir a un italiano ni hablar con la boca abierta cuando comes, ni hablar con los fideos cuando se escapan. Tampoco tenían paela. Como no llevaba pasta me han pedido que lavara platos y lo he hecho tan rápido y tan bien con la lengua que nada más empezar me han dicho PASTA. Perdón, digo Basta. Volveré pronto. Ciao papamammma.
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