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LOCA POR TI (8)

By Jordi Folck
01/09/2022

25 de julio, de madrugada en la playa


No necesito perder el tiempo reescribiendo aquello que ya ha sido anunciado. A veces la vida se te pone de cara. Lo escribo para la memoria. Rossy y Rafa me han llevado a Espolla. Sin mi padre, me he dado cuenta de que, finalmente, podía ser yo. Por el camino, Rafa y Rossy no dejaban de besuquearse cuando encontraban un semáforo. Rafa es un tío grande y pringoso, de cabellos negros empapados en brillantina, vestido de negro, con cinturón de cuero y una calavera en la hebilla, tejanos andrajosos y cadenas que le salen de todos los orificios de los pantalones, chupa negra y el contorno de los ojos tatuado de negro. ¿Ya nos dejarán pasar con esta pinta? Como ya tenía experiencia, y no quería prisas, le he dicho que al acabar el concierto quería acercarme a Carlos para pedirle un autógrafo.
“Tendrás toda la noche, como si quieres llevártelo a la cama. No debe ser tan difícil”, ha dicho la Rossy.
Las palabras se me han clavado como cuchillos. Todavía no pensaba tener algo físico con él. “Además, Rafa y yo nos quedaremos a dormir en la playa… ¿No, guapo? Siempre llevamos dos o tres toallas. Pero cuando estemos juntos esta noche, quiero decir, no mires… ¿eh? Que una vez que vino Rubén Llobet, el muy cutre, no había manera de quitármelo de encima. Decía, el cerdo, que donde comen dos, comen tres”.
Había dicho en casa que dormiría con Rossy. En casa no sospechaban nada y era igual dormir en casa de Rossy, la Loli o la Pili o en la playa con olor a sal y el susurro del mar. Me ha parecido bien. Por tanto, no había prisa y podía comérmelo con la mirada el tiempo que quisiera. ¡Viva!
A fuerza de oírlas, me conocía las canciones que pensaba corear cuando Carlos callaba y daba paso al público. Estoy segura de que este canto llegaría hasta el mar y así, con aquella canción de cuna en los labios, podría dormir hasta el alba pensando que quien me abrazaba era él.
“Carlos tiene compañera, pero todo el mundo sabe que le gustan las chicas y que a veces se lo hace con las más jóvenes; entonces, tampoco sería nada extraño. Si te pregunta, di que tienes dieciocho o diecinueve. Nadie se metería en la cama con una menor de edad”.
Rossy acababa de clavarme no una, sino dos dagas. La primera era que Carlos tenía pareja. ¿Cómo había sido tan pava como para no pensar que con treinta y cinco años podía estar casado y con una montaña de mocosos? La segunda era que, aun estando emparejado (no ha dicho casado), estaba con otras… No lo entendía. ¿No se querían? ¡El amor era exclusivo! En el mundo solo cabían dos personas: el enamorado, que solo tiene ojos y aliento y sobresaltos para ella y la enamorada, que solo tiene miradas, palabras y temblores para él. ¿Dónde estaba el amor cortés en estas parejas abiertas que de día se juraban amor eterno y de noche, caídas las máscaras, cambiaban de cama como quien cambia de camisa? Y lo sabían y se lo contaban el uno al otro.
—¿Cómo fue la noche, querido?
—¡Bufff! La chica besuqueaba como si le fuese la vida en ello.
—¿Cómo fue la noche? —pregunta él.
—¡Bufff! El chico parecía un jinete salvaje incansable encima de su silla.
—¡Hala!, pues buenas noches —dice él dándole un beso de Judas en los labios.
—¡Hala!, buenas noches —dice ella devolviéndole el beso de Lucrecia Borgia.
Hemos llegado al concierto un par de horas antes. Yo estaba un poco desanimada. No llevaba aquella candidez, aquella alegría que llevaba cuando fui con mi padre. Y entonces he pensado en él. ¿Qué diría mi padre de todo eso? Un hombre recto, con convicciones religiosas, que me había dado una importante educación basada en principios incuestionables como aquel en que el amor solo era cosa de dos personas, porque lo contrario no era amor.
Habían montado el escenario en uno de los extremos del campo de fútbol… Mis cálculos no me habían fallado y cuando han aparecido los músicos debía haber unas mil quinientas personas. Las matemáticas no me gustaban, pero tampoco era mala en eso. “Los convocantes a la manifestación confirman que eran ochenta mil personas, la guardia urbana, treinta mil…”. ¿En qué quedamos? ¿Tanto cuesta contar personas/metro cuadrado?
Pero al ver a Carlos he sabido que Rossy era una mentirosa, una furcia de las peores que corren por el mundo. Era imposible que aquel ángel cometiese aquellas infidelidades: era todo dulzura. Y así, poco a poco, he olvidado la conversación y me entregado a él… Me he fundido con él, los dos en un solo cuerpo cuando respondía a las canciones que todos cantábamos.
“¡Estoy aquí, Carlos!”, he dicho, y mis palabras se han ahogado entre los toques de batería. Ha cantado todos los temas del último disco. Y en el momento de cantar “Es por ti” esa canción ha penetrado en mí para quedarse para siempre. La gente ha sacado encendedores, móviles y han coreado el tema. Yo, a fuerza de empujar para ponerme bien cerca de él, me he alejado de Rossy y cuando hablaban de la luna y su luz me he puesto a llorar como lloro ahora manchando las letras de lágrimas que caen como bombas que destruyen pueblos y ciudades. No era la única que lo hacía. Éramos muchas las que llorábamos, algunas abrazadas a sus novios que correspondían con sus besos. Y entonces me he sentido sola, muy sola, por primera vez en mi vida. ¿Dónde estaba él?, el chico de ojos abiertos y palabras dulces que me llamaba por mi nombre, que guardaba sus besos en el interior de mi boca, sellados con mis labios para que no escaparan… Estaba allí, encima del escenario, pero todavía no sabía de mi existencia. Yo lloraba por mí, lloraba por ellos, lloraba por el amor puro para que no se acabe nunca, lloraba para que, en medio de aquel ruido, nuestras miradas ya se hubieran cruzado un par de veces.


Escribo una y otra vez
no puedo vivir sin ti
Me paso los días esperándote
¿Cómo te puedo amar?
si lejos de mi estás
Si yo estoy loca, es por ti
Sé muy bien que desde este lugar
yo no llego a dónde estás tú
Y aunque dentro de mi copa está reflejada tu fría luz
la beberé
Servil y acabada
Es por ti
Sin ti, el amanecer
en lágrimas nacerá,
mojando la lluvia que caerá sin fin
Y tú me atraparás
con esa blanca luz
Si yo estoy loca es por ti.
Sé muy bien que desde este lugar
yo no llego a dónde estás tú
Y aunque dentro de mi copa está reflejada tu fría luz
la beberé
Servil y acabada
Es por ti
Y si estoy loca,
es por ti…

Al acabar el concierto (dos horas de música y de silencio en mi corazón), me he sumado a una larga cola para pedir un autógrafo en uno de los camerinos improvisados. Rossy me ha visto (con tanto acaramelamiento, estaban de últimos en la cola) y se han puesto a mi lado. Yo he tenido que fingir ser una buena chica. Lo quería solo para mí. Y así hemos andado juntos hacia Carlos.
—¿Cómo mola, eh? ¡Qué guay!
Rossy no tiene mucho vocabulario. Se limita a nueve palabras: “mola”, “guay”, “chévere”, “de buten”, “de putamadre”, “fantástico”, “súper”, “recojones”. Me falta una… Y vuelve a comenzar.
Cuando he llegado, he dejado pasar a Rossy y Rafa. Yo llevaba una libreta además del CD, para que viese que lo había comprado. Rossy, la furcia, le ha dado un beso a Carlos y Rafa, el pringoso, el neonazi también. Después han continuado hacia Jorge Villa, el greñas, que también les ha firmado… en una servilleta de un bar. ¡Qué cutre! (¡La novena palabra de la Rossy!)
Era raro que no tuviese a su lado a una beata vestida de negro o a un voluntario de cierta edad con el pañuelito en la mano para limpiar los besos de las mejillas de Carlos, como se hace con las imágenes venerables de la Virgen o el Niño Jesús por Navidad. Entonces, beatas y devotos se acercan para mojar con sus besos los pies o los mofletes rosados del Niño y así la guardiana o el guardián devoto pasa el trapito cada vez que le dan un beso.
Seguro que Rafa, al besarlo, le habrá transmitido todas sus bacterias y virus.
Y me ha tocado acercarme a Carlos… He dejado que la parejita estuviera frente al “otro” que yo he dado dos pasos…y… El corazón me saltaba dentro del pecho de tal manera que creía que él debía oírlo. He creído por un momento que, con la subida de la presión sanguínea, me quedaría paralítica para siempre.
Me ha sonreído y se me ha fundido el corazón. Y me ha dicho las palabras que nunca, nunca, nunca, olvidaré…
“Bonita, ¿qué puedo hacer por ti?”.
Y yo le he dicho, sin prestar atención, encandilada, ya desaparecida del mundo, la única verdad.
“Todo…”.
Después, sí, me he desmayado.

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2 Comentarios

  1. Gorkiana

    Hola, Jordi

    He viscut aquest fragment de la narració tenint la sensació de ser un dels tants crits que formen l’atmosfera del concert, els quals es difuminen entre l’amalgama de veus (o el que queda d’aquestes).

    Dedicant els meus esforços en dues tasques; per una banda, escoltant amb recreació cada una de les paraules, com ho fa la protagonista. I per l’altre cercant una via de comunicació amb el temps i convèncer-lo a portar les agulles del temps fins al dia de la primera publicació o, com a mínim, perquè modifiqui la durada dels minuts (tant és la mesura).

    Comença setembre i temo que la gira de Dharma trobi avui el seu final, la seva jornada acaba quan tots els engranatges que fan funcionar la rutina i el treball tornen a voltar amb hiperactivitat. Això vol dir que la Rosa Maria Vidal quedarà adormida davant el seu gran amor, com ja ho va fer una vegada la bella dorment.

    (No t’amoïnis, trobaré la manera de despertar-la!)

    Responder
    • Jordi Folck

      Hola
      Perdona el silenci
      Gràcies pels teus mots com sempre
      Ara estic en el debat de si continuar o no el relat o el lliurament d’aquest llibre que, en tenir pocs lectors, m’obliga a pensar-hi. T’informaré d’allò que faci i com ho resolc perquè es pugui acabar la història, via llibre
      Però, en el fons, abans que arribi la tragèdia, que arribarà, potser és millor, com dius, deixar a la bella dorment en els somnis en lloc d’obligar-la a despertar-se…. que la poesia venci al drama…

      Salut i bona diada

      Responder

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