El próximo martes 23 de abril se celebra el Día Mundial del Libro ( proclamado por la Unesco, en 1995), el día de los bibliotecarios y el de Sant Jordi /San Jorge, patrón de países como Bulgaria, Etiopía, Georgia, Inglaterra o Portugal. Y Patrón de Aragón y de Catalunya. Conmemora la muerte de Jorge de Capadocia el 23 de abril de 303. Y ese día morían William Shakespeare y Josep Pla. Y muchos escritores preferirían morir ese día, ese 23 de abril, envueltos en rosas y en libros para alcanzar la gloria eterna. Pero muchos morimos cada Sant Jordi entre las huestes de fariseos,falsos escribas, redactores mediáticos, escritores de mentira a quienes les escribió el libro “otro” y sucedáneos del café que endulzan pero matan. Sí, es el Sant Jordi que no queremos.
También es el dia de la rosa: de la sangre del dragón que ejecutó Sant Jordi nació una rosa que el caballero galante regaló a la princesa. Claro que en tiempos de empoderamiento de la mujer también podría ser Santa Jorgina quien matara al Dragón y le regalara una rosa con espinas al príncipe, el que sea. Bueno, aquí me lío pero todas las combinaciones son buenas.
Y ahora publicidad: recuerden mi libro con cuatro posibles historias de dragones, dragonas, príncipes y Sants Jordis en “La única y verdadera leyenda del caballero contada por el dragón” que publicó en el 2007 La Galera.
Y así en Catalunya no celebramos San Valentín (solo los votantes a Ciudadanos y al PP) sino Sant Jordi con lo que añadimos otra efemérides, otra festividad. La tradición reza que el caballero regala a su “ama” una rosa y ésta a él un libro pero entenderán que las combinaciones son infinitas. El negocio ilegal de la rosa mueve miles de euros pero ese es otro tema en el que no entro. Copio y pego del pasado año: En cuanto a la venta de rosas, por el momento las previsiones para este Sant Jordi 2018 no han fallado, y tal como se había marcado el sector, el presidente del Gremio de Floristas de Catalunya ha afirmado que la cifra total de rosas vendidas “no debe estar lejos” de los siete millones.
A lo que íbamos, en una nueva pausa vacacional dejo mis apuntes de escritura creativa para la semana que viene si uno sobrevive a Sant Jordi y no hay nada seguro.
Ya hace tiempo, por no decir mucho tiempo que nacen corrientes contínuas y alternas de ir contra el Santo y su prole. Y ese “ir” significa que, entre otras gestas, algunos escritores se niegan a firmar sus libros en las paradas que nacen a patadas en todos los pueblecitos, vilas, aldeas, ciudades medias, ciudades grandes, urbes, capitales, etc etc.
Sí, la industria electoral (perdón en tiempos convulsos cambié el adjetivo) editorial factura entorno al 15 y al 20% en un solo día, de ahí que existan numerosos devotos que ya días antes inicien su procesión por capillas y conventos para ponerles velas a los santos pidiéndoles posibles e imposibles, pero especialmente a la Virgen de la Cueva para que no les llueva y a Santa Rita para que no les quite nada de lo suyo. Cada librería desde tiempos históricos se embolsa entre un 25 y un 30% del precio del libro. Otro 25% para la distribuidora sin cuyos camiones el libro no llega. El resto, entre un 30-40% por ciento para el editor y el mísero 10% para el escritor-actor que necesita regalar firmas para ser el más vendido y aparecer entre la lista de los afortunados.
El Sant Jordi que no queremos es el de escritores que de allende de los mares vienen a imponer su ley y su marqueting. Les cuento un ejemplo: el nefasto Federico Moccia (el de poner candados a los puentes y esclavizar el amor) sentado a mi lado hace ya algunos años logró una larga cola de seguidoras ( ¿por qué acostumbran a ser ellas? ) vendiendo sus mierdas mientras a su lado el abajo firmante se conformaba con vender cinco ejemplares del Libro del Apocalipsis que editó Barcanova. Porqué lo que pasa es que ese día no se vende LITERATURA, se venden libros, cajas de zapatos a la medida de cada uno y ante lo cual Shakespeare o Pla o el mismísimo San Jorge preferirían morirse otra vez. Que el pasado año betacoqueta -alias Elisabet Benavent- artífice de literatura escatológica (lean otros posts anteriores) fuera una de las superventas ya nos demuestra el estado de mediocridad adolescente de este país.
El Sant Jordi que no queremos es el del santo protector al que rezan escritores mediáticos tan malos como Martí Gironell que el pasado año arrasó con La Força d’un destí, de nuevo la benavent, así en minúscula con “Fuimos canciones”,Laura Escanes, la esposa de Risto mejide a quien él dobla en edad (a mi pareja yo también la doblo en edad) , o gente como Paula Gonu y…. Los que salen en televisión (Martí conducía el tráfico y ahora conduce rebaños) son los numbers one y venden libros o detergentes o perfumes o automóviles o lo que haga falta.
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El Sant Jordi que no queremos es el de los instagramers, los youtubers y los influencers de tres al cuarto como elrubuis, Auronplay, Naim Darrechi, Isabel Lacen y otros doscientos mil que dan la cara, firman sus papeles ante colas kilométricas de fans llorosas, adolescentes que se quedarán en la edad del pavo y que encima están acompañadas de sus padres que no entienden nada ni quieren entender nada pero para que su hija (otra vez género femenino) tengan un libro de su amada o amado subirían al Everest o al HImalaya para hacerse perdonar no ser tan buenos padres como debieran.
Catalunya es tierra de acogida así que son bienvenidos los grandes escritores como Mary Beard o Julián Marías o Camille Lackberg que ocupan un lugar especial en el pensamiento y en la literatura (blanca o negra). Tampoco hay que poner listas negras y blancas pero el Sant Jordi que sí queremos sería el de los autores de aquí, los de Kilómetro 0, los de la casa, catalanes o castellanos pero gente que juega en primera división y que son oscurecidos, suplantados, minimizados, invisibilizados por mareas de fans que buscan al mejor zapatero, al mejor estercolero y se olvidan que, en un tiempo, la literatura acogía buenos libros, buenas historias a las que colocar en nuestra biblioteca con un deje de honor y no productos vomitivos de última clase que atienden a modas o a campañas publicitarias bien cosidas.
El Sant Jordi que no queremos y el Sant Jordi que sí queremos: Queremos escritores buenos que nos emocionen, que nos encierren en un buen libro, que nos muestren que la literatura nunca entró en crisis, libros que puedan ser compartidos/leídos en familia como un ritual hermoso y necesario. Queremos a gente que se dejó las manos escribiendo, que llevan años haciéndolo y que, a menudo, no son reconocidos porque no aparecen en portadas o porque los medios de comuniciación creen que son demasiado pequeños e insignificantes ( por ejemplo, los escritores de literatura infantil y juvenil siempre ninguneados). Tengo demasiados amigos escritores para nombrar a solo algunos que merecen fama y gloria y morir un Sant Jordi:) pero no éste sino en cincuenta años o más.
No queremos modas pasajeras ni a escritores malos que inundan Barcelona y a la que no regresan, si no es estrictamente necesario, porque aquí debe haber, también, un amor de país y un amor por sus gentes.
Termino: me preguntan qué es literatura. Lo respondió Nabokov: esa historia que te sacude con el dolor de una patada en tu columna vertebral y que tiempo después, aún duele. Si uno cierra el libro diciendo “está bien” murió un árbol para nada. O lo que escribió Kafka.
Pienso que solo debemos leer libros de los que muerden y pinchan. … Un libro debe ser el hacha que rompa el mar helado dentro de nosotros.
Si me preguntan si voy a quedarme en casa con la cabeza bajo el brazo susurrando palabras de amor y llorando por la literatura perdida se equivocan y me conocen poco. Hay que jugar en primera división aunque uno que escribe para niños y jóvenes sea ninguneado como otros tantos. De hecho acabo de comprarme unos pantalones rojos de cuadros a juego con mi americana que con el fondo de camisa negra y de zapatos azules puede acabar matándome a mi en Sant Jordi o para dejar a cuadros a los poco atrevidos. Y les adjunto mi lista de firmas por si quieren venir a insultarme por atreverme a decir ciertas verdades que no gusta y que llevan años roéndonos a los escritores inframileuristas por escribir en catalán que seremos derrotados por ejércitos bien entrenados de zombis sin corazón a los que, posiblemente no vuelvan a ver por aquí, hasta su próximo raticida. Están advertidos…
Este artículo no tiene caducidad. Puede ser leído el próximo año y creo que hasta en 10 o 20 porque las cosas seguirán así.
Publicidad: Por cierto. Mi chico de papel, mi ” noi de paper” (aviso: en catalán) de Fanbooks me costó 30 años de mi vida y es mi mejor canto a la literatura hecha con palabras. Lo digo por si aún dudan:)
Nota última añadida varios días después de escrito el post: la semana santa despareció comida y carcomida por los anuncios de firmas de libros que llegan por redes. Y ya puestos, me sumo. Que este año no hay mona de pascua, sí libros. Lo que por un año, nadie va a atragantarse (siempre que los libros sean buenos). Viendo el estado mental del país…harto necesario
Jordi, m’encanta! Tan directe i real i per desgràcia veritat de la certa. Crec que els cinc lectors que van venir a la teva fila valen mil vegades més que els que feien l’altra cua, perquè crec que un lector ha de saber triar i valorar l’esforç creatiu i logístic que ha de fer un escriptor i fer la cua que li pertoca. Els que es mouen per les modes i ballen al mateix so només agafer paper escrit, i ja saps que les modes passen, els llibres no. Molta
Sort amb el Noi de Paper! Què gran ets Jordi
Autèntic, com ets tu!
M’encanta llegir-te, no et talles ni un pèl!!
Ahhhh i quedo a l’espera de veure els nous pantalons.😉
Article interessant, directe i clar.
Gràcies, Jordi.
No havia llegit res teu i això és un primer tast per llegir algun llibre.
gràcies Jacint per la difusió. Algú ho havia de dir
Una abraçada!
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