En Barcelona y pronto en Palma de Mallorca y así en una larga gira triunfal “El Circo de los Horrores/ Cabaret Maldito” llena cada tarde entre largas colas de un público joven que a un precio popular (30 euros) busca pasarlo bien en lo que uno no sabe qué tendrá de circo y qué de cabaret.
Los affiches del exterior recogen a un enano rubio en tanga, a una mujer de tres pechos, a un ángel negro de espaldas y al diablo cornudo, amo y señor de la función. Los artistas de circo no aparecen ahí: nadie sabe sus nombres y parece que esto a nadie le importe. Aquí se quiere vender al hombre elefante, al monstruo de dos cabezas entre una mezcla de Tim Burton y Tod Browning y sus “Frikis”
Así que llamado por una mixtura turbia, por cierto misterio, por la extravagancia, convencido por los amigos, uno cae en las redes de un cabaret que prometen maldito, en el que no cabe ni una mosca: no habría entradas ni para ella.
Empezamos: primera fila detrás de las mesas para cuatro. Treinta y cinco empleados del circo para el que se promete el mayor espectáculo del mundo, el circo de los horrores, la cumbre de las pesadillas, la novela gótica, la época victoriana y el romantcicismo alemán en un solo pase. Promete maravillas. Sturm und Drang (Tormenta e ímpetu). Todos deseamos beber de la pócima de Alicia y crecer hasta convertirnos en gigantes para emular a los dioses del circo.
La caída va a ser grandiosa.
Aún no empezó el cabaret o circo: una mujer de largas piernas con media máscara le quita a un alemán fornido y joven, de entre el público que va llegando, su camiseta. le aplaude y pide aplausos ante tamaña osamenta. Y así le mordisquea el pezón. El joven no sabe si sorprenderse o reírse. Al otro lado de la pista colocan en el suelo a un chico elegido de entre el público y otro diablo de nariz retorcida se le arroja encima para simular el coito.
El público aplaude.
En la primera media hora, aparece el diablo en su trono. Da la bienvenida a los pecadores y les invita a pecar. Pregunta a algunos de ellos cuál es el peor de sus pecado capìtales..
Descubro que ya nadie sabe lo que son los pecados capitales
Les ayuda: el mío la soberbia. ¿El suyo? Nadie dice pereza ni gula, ni envidia..ni lujuria… a los jóvenes no les interesa la cultura general porque huele a incienso o a banco de iglesia arrepentido.
Perorata de media hora y al final surge el bailarín del aire (me recuerda a una de las estrellas del film “Mundos lejanos” del Circo del Sol). Arrasa. Belleza y poder. ¿Estamos salvados de esos 30 primeros, banales y descacharrantes minutos?
Continua un número lésbico en una copa de dos muchachas besuqueándose en un numerito que, allá en la barra de night club de algun pueblo americano no se la levantaría ni a los ancianos destrempados por el tiempo. El público, ya ebrio, ruge de placer.
Una pareja de bailarines sobre patines (el botones se queda en ropa interior), el lanzador de cuchillos, dos gimnastas de torsos esculpidos en mármol provocan las grandes ovaciones. El circo en mayúsculas. Nadie les conoce. Nadie habla de ellos en los carteles.
Sí. Y a nadie le importa.
Entre los números de circo, de gran circo, está la cacharrería, las rebajas, el plástico, el cartón: piden a dos voluntarios que se presenten en el escenario. Les piden que se quiten la camisa y bailen sensualmente frente a una mujer, la nueva reina en el centro de la pista ( voluntaria del público) . El muchacho joven se niega a desprenderse de sus pantalones. El segundo, un hombre orondo se queda en calzoncillos y levanta ovaciones con sus meneos de barca mareada. Hay que votar al mejor. El regalo: una copa en el bar. El público se deja llevar en ese incendio colectivo: eligen al obeso.
Más tarde sube una pareja del público y se sitúa frente a un confesionario. El diablo les pide que se confiesen: ¿han hecho sexo anal?¿El chico se ha tirado a sus amigas? Si la respuesta no complace al diablo se le castiga: el enano de tanga prieto salta sobre el muchacho en el gesto de “darle” por la espalda. La marabunta aplaude, ruige, grita. El diablo ha vencido: su público se entrega
Circo: 10
Cabaret-burdel: 0
Soez, estulto, hueco, ripioso, decadente, grosero, basto, insulso … dos horas y media de horrorres que no dan miedo, que no quitan el sueño, que resultan ridículos, que, a veces, asquean (no se trata de moral o inmoral, conceptos maniqueos, ambos) que aburren.
En las redes sociales se lee :”que pena que a mi hija no la dejaron entrar”.. “que ganas de que llegue el fin de semana” “no me lo pierdo”…
Uno sale hundido del desastre en la certeza de que el mundo no quiere ser salvado, que el mundo se ahoga en su propio vómito y aplaude. Que este circo es el Sálvame de los circos, sin guión, sin dirección, sin talento (su cabaret).
Y el cronista comete el error de pensar en qué pensarian sus maestros, sus guías, de estar presentes. Horror vacui: o llenar en las obras artísticas los espacios vacios con dibujos innecesarios.
Al sabio y filósofo Panniker (a los 100 años de su nacimiento) le daria un infarto al descubrir que la estupidez humana no tiene límites.
Steven Spielberg abandonaria el espectáculo indignado.
Charles Dickens escribiría algo sobre los bajos fondos, los instintos primigenios y acabaría pensando que en Barcelona todos somos así de guarros.
Charles Bukowski aplaudiria a rabiar sabiendo que hay algo mejor que sus novelas cuando la realidad parece abandonar el papel para convertirse en reflejo de una sociedad enfermiza y, ya, vacía.
Que pena que los grandes artista del circo que actúan con profesionalidad sean compartidos y ninguneados en ese burdel andante. Otros grandes circos les esperan cuando, quizás, aprendan a quererse más. Probablemente el cabaret maldito lanzó una maldición sobre ellos y, ahora, esclavos y peones de un abominable juego de ajedrez no hallan la forma de escapar.
Quizás en el fondo, aviso a navegantes, el problema lo tiene el cronista (oigo gritos de SÍ) y es que perdí el sentido del humor. Cuando la gente se da atracones de series, encontrar a alguien que prefiera un libro, posiblemente, debe resultarles a muchos, mas obsceno que un chico drag de largas piernas sienta su culo desnudo en el rostro de un espectador o exigirle dos besos en sus nalgas (desnudas) ante los hilarantes aplausos de hienas entusiasmadas. Lo ví y lo comparto.
Bueno, si hay que pedir perdón, perdón tengan ustedes.
(Foto propia)
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