Desde el año 2017 en que creé este blog jamás había permanecido ausente tanto tiempo. No fueron viajes, ni vacaciones ni argumentos convincentes y sí una de esas debacles en la que todos los creadores acabamos un día u otro esperando, eso sí, que sea transitorio.
Todos los escritores mencionan en diarios y memorias un tiempo de hartazgo, de suspensión de credulidad -o sea, eso tan fácil de entender como un “no me lo puedo creer”- que te deja o en la depresión, o en el silencio. Yo opto por el segundo porque de lo primero es muy dificil salir.
Existe una idealización de la vida del escritor al que siempre se le ve recogiendo premios, firmando libros, dando charlas en clubs de lectura o frente a públicos atentos, escenificando lecturas -epígonos del mejor Dickens- y en fiestas, fastos y boatos…
Y se equivocan: esos son cuatro. El resto, millones en toto el mundo, atravesamos una existencia más o menos placentera, más o menos conflictiva, más o menos desencantada. Y es ese desencanto el que me separó tres semanas de los lectores.
Ya, sin ninguna duda, estoy atravesando mi annus horribilis que se prolonga desde marzo de 2020 con la llegada de la pandemia. Annus horribilis tenemos todos y más en estas circunstancias, pero cuando todo el mundo regresa a la normalidad… uno descubre que no puede haber normalidad en los escritores.
¿Qué pasó? ¿Porque nuestro annus horribilis fue mejor que el suyo? Tienen razón. Entelequias. Cuando tanta gente ha perdido amigos y familiares el resto no importa. Pero, con esa excepción que deja en pañales cualquier otra preocupación no creo que haya tanta gente que pueda sumar pequeños desastres que, unidos, parecen una guerra donde uno ya no sabe dónde está el enemigo. O si.
En resumidas cuentas, perdí una ayuda a la creación que concede el departamento de cultura del Gobierno de la Generalitat de Catalunya, en junio: 6000 euros
Perdí, recientemente, otra ayuda a la creación que concede el Ministerio de Cultura del Gobierno de España. 3500 euros (octubre)
Perdí cinco concursos literarios con cinco obras distintas.
Y hace solo una semana perdí una ayuda de 6000 euros a la creación de podcasts: en ese caso entrevistas en profundidad a creadores para conocer su proceso de trabajo. Había que obtener 50 puntos y me quedé en los 48’80. Los puntos se daban por calidad del guión, por trayectoria y por consideraciones no medibles, por lo tanto subjetivas. Del disgusto mandé una carta a Cultura Digital quejándome. Me respondieron con una carta-tipo. O sea,como si no hubieran leído mi e-mail.
¿Cuáles son mis quejas?
Añado un fragmento de la carta que les escribí por si me quieren dar la razón o quitármela.
Apreciados señores:
He dejado pasar unos días para que la violencia verbal no me jugara una mala pasada. Ya lo escribió Cesare Pavese antes de suicidarse: “la literatura constituye una defensa contra las ofensas de la vida”. Por lo tanto, ¡escribo!
Y ahora mismo no sé si este 48’80 que me deja fuera de las ayudas es una broma de mal gusto, como parece o si, en suma, han enloquecido.
En la carta expreso mi queja sobre el hecho de que, considerándome un experto en creatividad, me valoren con un 9’40 mi propuesta de entrevistas a creadores. Otros podcasts, de tema parecido sí obtenían su ayuda a pesar de la escasa trayectoria de sus creadores.
Pero lo más grave está por llegar. ¡Observen!
g) Que la persona responsable de la dirección, del guión o de la escaleta o de la producción del proyecto sea una mujer. También se tiene en cuenta el porcentaje de mujeres en la locución. Hasta un máximo de 10 puntos.
Y respondí:
¡Felicidades!. Esto es una clara muestra de SEGREGACIÓN, de DISCRIMINACIÓN por SEXO y no corresponde al Gobierno de Cataluña castigar a los hombres por el hecho de serlo y no es el lugar para asumir deudas pendientes. Sienta un precedente peligroso. Todo el mundo habría alzado el grito al cielo si hubiéramos sido los hombres objeto de su preferencia. Y, ¿entonces? Yo creía que todo el mundo era igual ante la ley.
A esto se le llama progresismo mal entendido. Porque feminismo significa igualdad de oportunidades para las mujeres, que siempre he apludido y defendido, pero nunca actuaciones con afán vengativo y ese grito “ahora sabréis de nosotras” porque esa es la proclama de las feminazis o las fascistas del feminismo, del cortar cabezas. Que el gobierno autónomo pertenezca, en su mayor parte, a Esquerra Republicana deja visible rabietas y venganzas e imposiciones absurdas. Como ya dije… si hubiéramos sido los hombres los beneficiados se habría armado la de San Quintín. Pero en este país nunca pasa nada.
Pero …redoble familiar..aún hay más
¿Cómo el podcast GENTE DE MIERDA basado en entrevistas varias recibe una de las máxima ayudas de 6000 euros? ¿Cómo entrevistas “de lo normal y corriente” gozan de una de las ayudas más elevadas? ¿Cómo un podcast que tenía 60 seguidores en abril y que ahora cuenta con 3000 obtiene esa ayuda? Porque ayuda es para quién la necesita… ¿no?
Pues porque su cara visible, esa gente de merda es Claudia Rius, Jefa de comunicación del departamento de Cultura del Gobierno de la Generalitat que presenta su podcast bajo la marca Primavera Sound ( o sea empresa privada que sí puede acceder). ¿Pero no está escrito que los miembros del Gobierno o colaboradores o empleados no pueden presentarse a sus convocatorias? ¿Saben como se llama eso?
Sí. Nepotismo o tráfico de influencias. Otros lo llamarán falta de elegancia. Yo lo llamo indecencia y corrupción. Y asco.
https://www.linkedin.com/in/cl%C3%A0udia-rius/?originalSubdomain=es
Coimpulsora i membre del podcast Gent de Merda .Nombre de la empresa Gent de Merda Autónomo.
Fechas de empleo nov 2019 – actualidad
La Paula Carreras, la Rita Roig, l’Ofèlia Carbonell i la Clàudia Rius fem setmanalment un podcast d’entreteniment que es pot escoltar a través de Spotify, Ivoox i les altres plataformes habituals, així com veure a Youtube.
De momento cuentan con mi denuncia frente al defensor del pueblo y el regalo de mi desprecio, aunque solo sirva como desahogo y para alimentar a mis demonios.
Espero que comprendan mi silencio, mi enfado, mi ausencia de manera justificada y que me den algo de razón que creo que la tengo
Pues hasta ahí.
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