Tercera de las maldiciones en torno a los premios literarios que acompañan a los escritores en su sueño de alcanzar un Olimpo (¿el que sea?) literario sin saber, como dijimos, que no todo es oro lo que reluce y que a veces no llega ni a oropel.
Esta maldición de la que quiero hablarles pasa tan desapercibida que creo que es de justicia sacarla del trastero, del cesto de los papeles o, llanamente, de la basura.
Cuando el escritor consigue un premio, sean 7.000, sean 25.000 o más, pocos saben leer entre líneas qué significa una de las “máximas” de la convocatoria: avance de los derechos de autor. Y como voy a ser breve y contundente porque me azuzan los calores estivales lo resumiré en apenas un párrafo: ese dinero que el autor recibe es un adelanto de sus 10% de las ventas futuras. Dicho lo cual hasta que no haya vendido suficientes ejemplares para que la editorial o el patrocinador recupere su inversión no recibirá un solo euro.
Dos ejemplos propios: en el año 2011 me alzaba con el premio (largamente acariciado) Folch i Torres de Literatura infantil “per a nois i noies” con la novela “Libro de conjuros de la Vieja Tarántula” en su versión original, catalana. Los 7000 euros de premio menos el 15% de irpf supusieron 5.950.euros. En fecha de hoy, seis años después y vamos para el séptimo el libro aún no me ha proporcionado ningún dividendo. Eso significa que las ventas no han superado los 7000 libros (por eso del 10% que percibimos los autores).
Por cierto, ese premio hoy ha sido devaluado hasta los 4.000 euros lo que le convierte en desapetecible. Uno de los premios literarios de más solera y que ahora languidece.
En el año 2013 ganaba el Barcanova de Literatura infantil con “Nadie es un zomb”. Fueron también 7.000 euros (menos irpf). Hasta la fecha tampoco he percibido ningún ingreso. Lo que no significa que no agradezca profundamente ese o cualquier otro galardón.
Por otra parte este premio se ha incrementado hasta los 10.000 euros lo que le convierte en más atractivo.
¿Glamour? ¿Éxito? ¿Prestigio? La mayor parte de los premios es a cambio de un adelanto…. ¿cómo era eso de “pan para hoy, hambre para mañana? Son como esas fotografías de Port Aventura lanzándose en el Dragon Khan y que acaban descoloridas en el último cajón del comedor donde se acumulan los recuerdos inservibles.
Ya se sabe que el premio Planeta supone para el ganador percibir solo el 50% de su retribución, carcomido el resto en impuestos. pero la cantidad resulta tan desorbitante que aún así, alegra. De los 600.000 quedan aún 300. De la mayoría de premios…lo hablado.
Otros premios literarios suponen un verdadero castigo para el ganador. Como el recientemente instaurado en LLoret de Mar I Certamen de Nuevos Escritores FNE España convocado por no sé qué sabios locos . Lean, y termino, las bases:
Al/a la ganador/a del primer premio de cada modalidad (catalán y castellano), Caligrama le publicará su obra con el pack descrito más abajo.
Adicionalmente, recibirá un trofeo, un diploma, un lote de libros y un detalle de las entidades colaboradoras.
La publicación en Caligrama está valorada en 499€ (pack Publica) e incluye el diseño de cubierta y maquetación del libro con acabado profesional, en formato papel y digital. También comprende la edición del texto en cubierta, la asignación de ISBN, la impresión de 25 ejemplares en tapa blanda y la distribución a demanda mundial.
Cuando ganar un premio significa pagar se me revuelven las tripas de que España sea aún el país de Lazarillo en un país de ciegos.
Disfruten de su verano y recuerden que entre el 1 y el 15 de septiembre se convocan generosos premios a cuenta de sus derechos de autor.
Fotografía: El autor en la presentación del Libro ganador del Premi Folch i Torres de Novel·la 2011. Cedida
I va la tercera ‘maledicción’ a la col·lecció. El darrer apunt meu, programat per la primera setmana de setembre i a continuació resum d’enllaços de tot el que portem dit. Tant és en quina selecció juguem. Espero els arguments de les altres malediccions. Una abraçada, Jordi.
He enllestit les maledicccions i encara me’n surten més. Ja callo. Si no es pot resoldre, sense tallar caps, de què serveix una protesta?