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MEMORIAS DE UN ESCRITOR (35): O CÓMO SUBIRSE LOS PANTALONES

By Jordi Folck
29/11/2020

2006 fue un año de cambios: entre los años 1999 y abril del 2004 estuve dirigiendo una agencia de publicidad del grupo Enciclopedia Catalana a la que llamé Veus Públiques.

Grupo Enciclopedia Catalana

Entre esos años dirigí dos publicaciones: Espais Mediterranis, sobre decoración de interiores, una publicación de un coste de producción muy elevado que apenas sobrevivió a 10 o 12 números y El correo de la UNESCO una cabecera que se distribuía por varios países. Nosotros añadimos un suplemento sobre cultura. Pero una mañana recibí un mail desde París ,desde la sede de la UNESCO, en el que me comunicaban que iban a cerrar todas las cabeceras. Era un apagón mundial definitivo. Éramos 14 personas  trabajando en esa empresa que yo dirigía, la agencia de publicidad y la editorial, además de ocupame de la parte creativa… pero enterrar esas dos publicaciones y perder al principal cliente (la UOC) supuso un despido masivo que me dolió  profundamente, porque entre esas  personas había configurado buenas amistades además de que había amigos míos, grandes profesionales de los que tuve que prescindir. Decirle adiós a Pep Lafarga, a Anna Tello, una gran diseñadora, a Violant Clop (responsable del suplemento de arte de Espais) y a otros muchos… fue desolador.  En el año 2004  éramos solo dos personas: iba a costarme mucho remontar esa empresa. Ese momento  del cierre llegó cuando un nuevo director general  quiso deshacerse de una agencia de publicidad, que ya no editorial, así que en abril del 2004 me fui a casa con una buena indemnización dedicándome  los dos años siguientes a escribir.
 
ESRP
 
En el 2006 recibí la oferta de la directora de la Escuela Superior de Relaciones Públicas de Barcelona, Doña Sara Magallón, a la que siempre estaré agradecido,  para que me incorporara a la universidad (concertada con UB) con la asignatura de Sistemas y Procesos del mundo de la Publicidad. Sara me abrió el mundo de las universidades : en años posteriores me incoporararía a la URV de Tarragona, la UAB de Bellaterra y, posteriormente, a la UIC (Universitat Internacional de Catalunya) o Escola Elisava … siempre en asignaturas de creatividad.
Nunca dejé del todo la docencia:  en el momento en que escribo estas líneas soy profesor-consultor de pensamiento creativo de la Universitat Oberta de Catalunya.
En la ESRP mi asignatura era  trimestral: empezaba en octubre y finalizaba en enero,  con lo cual el resto del año me dedicaba solo a escribir: de ese tiempo nacieron los libros que han ocupado este blog las últimas semanas.
 
Nuevo libro… de pantalones
 
En cierta ocasión en que visité una escuela de Mataró donde mis libros eran recomendados  observé cómo un alumno, con los pantalones caídos, y con la parte superior de los slips a la vista tropezaba en las escaleras. En ese tiempo estalló una moda absurda y ridícula que era la de los pantalones caídos y que se extendió por todo el planeta… ahi nació mi siguiente libro:”¿Quieres hacer el favor de subirte los pantalones?” una comedia sobre el mundo de la moda que representaba como una mujer con problemas de personalidad, una comedia juvenil que funcionó muy bien en escuelas hasta que en este año, 2020, recibí la notificación de que el libro iba a sacarse de circulación, algo que todos los escritores tememos. Así terminan a menudo los esfuerzos de meses de escritura y años de visitas escolares cuando un libro desaparece de las librerías y de la cartera de recomendaciones de la cadena comercial editorial.
 
Vida amorosa
En este blog trato poco de mi vida sentimental porque desde el año 1998 en que tuvo lugar la separación matrimonial no viví ninguna relación que me diera una estabilidad emocional que los escritores  sensibles como yo necesitamos. Fue un tiempo de muchos amoríos, de muchos desengaños , de desilusiones y de Nadie que presentar. No sería hasta el 2014 en que conociera a mi actual pareja. Fueron, si, catorce largos años de travesía en el desierto, de destrozos emocionales  que, en un ser enamoradizo como yo, causaron serios estragos. Escribir me salvaba la vida del naufragio: convivía con personajes de ficción mientras esperaba que un ser de carne y huesos se quedara conmigo. Pero ese mundo de relaciones, donde antes se llegaba a la cama que al corazón, nunca fue conmigo…  atrapado en las redes del amor cortés que tan magníficamente supo plasmar Madame Lafayette en  su libro  “La señorita de Clèves” (1678) o el escritor Diego San Pedro (1492)  en “Cárcel de amor”. Yo vivía en el romanticismo caduco de Gustavo Adolfo Bécquer mientras el mundo prefería vivir en los cómics de Ralf König o de Tom de Finlandia.
 
En aquellos años compartí piso con personas que después han desarrollado carreras extraordinarias cómo Carlos Cabrera, de Palma de Mallorca o Toni Lluis Reyes, dramaturgo y actor. Del resto, ningún recuerdo y ninguna amistad. Iniciaba sin saberlo, tras el éxito de 666 Calaixos  y el Manuscrit de les Bèsties, en el 2005, una carrera profesional  como autor para niños y jóvenes, sin adivinar que la literatura catalán nunca iba a proporcionarme los complementos necesarios para una vida distendida y acomodada.
 
Cuando ahora echo la vista atrás, a pesar de mis múltiples satisfacciones con mi novelística y mis premios literarios y mis más de 100.000 ejemplares vendidos… si me fueran entregadas las llaves para volver a principios del siglo XX… reconozco que haría cosas muy distintas: por ejemplo… abrazar la literatura castellana para un mercado de 400 millones de seres humanos en comparación con los apenas 2 o 3 millones de lectores catalanes. Difícilmente las editoriales lucharán para la traducción de textos de uno al castellano o a otras lenguas.
 
Cuando los medios de comunicación, las instituciones y los políticos dan la espalda a la cultura (los políticos solo aparecen para la fotografía de rigor cuando a uno le entregan un premio u obtiene un breve reconocimiento) uno se da cuenta de que ser portavoz, ser rebelde, ser reivindicativo con una lengua siempre amenazada… insistir con una literatura propia constituye uno de los errores más graves de una vida de fortuna intelectual pero de miseria económica. Una vida de elogios, de palmaditas en la espalda, de un gran esfuerzo personal nunca compensado. 
 
Dar clases en la universidad fue un acto necesario para no quedar con el culo al aire, abierto a todas las inclemencias, para  asegurar el ingreso económico. Se trataba de subirse los pantalones y de ahí a ese libro que aparecó, finalmente, en el año 2008… hay solo una línea recta, corta y muy breve.

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